Un histórico del PP que ha pasado media vida junto a Julio Revuelta torcía la semana pasada el gesto al hablar de las posibilidades de que el exalcalde de Logroño se presentara las elecciones. “Este es capaz de levantarse un día, decir que tiene migraña, y dejar todo empantanado”, venía a decir.

La frase contenía un doble significado. Por un lado ha hecho que la confirmación de que Ciudadanos se presentara se haya convertido en novedad, cuando el retorno de Revuelta a la arena política presumía que así sería. Igual que la novedad en el PR ha sido la ausencia de novedad apostando otra vez por el dúo Varea/Ijalba como cabezas de lista después de infinidad de rumores sobre un ‘cambio de cromos’ e intereses, en el caso de Revuelta la sorpresa ha sido que acuda a los comicios como ya dijo que iba a hacerlo.

Pero las palabras de este histórico del PP denotan otra realidad que ha aflorado con la ‘traición’ del exalcalde. Apoyados en ese mensaje que lanzó Revuelta nada más conocer sus intenciones y que sirvió para acuñar su primer eslogan –“no podemos vivir con miedo en esta comunidad” – muchos populares han aprovechados para decir lo que al parecer piensan realmente de Revuelta y nunca se atrevieron a decir cuando comían de su mano. Aspectos sobre su gestión que en su momento acataron y ahora denostan (desde la inefable Gran Vía hasta la política comercial, pasando por la permisividad para agujerear Logroño con parkings que beneficiaban a constructores privados) y cuestiones estrictamente personales. Ahí se incluyen los comentarios en voz baja sobre la ciclotimia y las frustradas ansias de poder de Revuelta, y el interés por desmarcase de él. Algo que se ha vivido en todos aquellos cuyo nombre ha aparecido asociado como futuribles compañeros de viaje del exalcalde porque en su momento estuvieron a su lado y que ahora juran y perjuran que nunca congeniaron con él.

Quién sabe si tras el 22-M los votos obligan a pactar y todos vuelven a cambiar súbitamente de opinión.