La campaña del PP riojano está tomando una deriva emocionante. En el sentido íntimo de la palabra, quiero decir. En el momento menos pensado, el candidato se descuelga con una confesión personal, un secreto velado, que imprime a su discurso unas gotas de edulcorante. El primero fue Alberto Bretón, descubriendo que siente un “amor por La Rioja” compartido, eso sí, por el mismo amor que siente hacia su partido. Conrado Escobar tampoco pierde ocasión de subrayar su debilidad por la comunidad autónoma y apelar a los sentimientos de los que, según denuncia el PSOE, carece el PP. “¿No se acuerdan ellos de los sentimientos de los cinco millones de parados?, se preguntó el lunes por la noche en el mitin de Santo Domingo donde el público, seguramente imbuido por esos arreones de ternura, recibieron y despidieron a los oradores con abrazos por arrobas.
El propio Sanz también ha entrado en ese espiral. Ayer, en el acto celebrado junto al colectivo de mayores en Logroño, apeló a sus “experiencias y valores” como llave para abrir la puerta del futuro. Una declaración que sazonó con un recuerdo para ese momento de su infancia que tiene grabado en la memoria, y que está unido a Igea y los cuentos que le contaba su abuelo. “Todas esas fábulas tenían un mensaje de esfuerzo, de ahorro, de orgullo por lo nuestro”, explicó a la audiencia.
Entre tanto amor, duelen sobre todo los “ataques al corazón”. El de La Rioja, se entiende. Y en esa veta hinca el diente el PP en las últimas fechas. Agravios “a lo nuestro” con un impenitente sello socialista en materia de vacaciones fiscales, de vino, de infraestructuras y, por supuestos, de Sanidad con el de tan actualidad conflicto con Oyón por la atención en el San Pedro de los pacientes de la vecina localidad alavesa. Porque cuando hay algún amor especialmente sentido, siempre hay una cara B de odio. O cuando menos, de despecho. En este caso, el protagonista es el mismo aunque haya decenas de nombres para identificarlos. “Los del otro lado”, “aquellos de la frontera”, “la gente del PNV (que exigió el blindaje del concierto)”, “el Gobierno Vasco (que por cierto, es del PSOE)”. En definitiva, los vascos.
Lo que nunca faltan al final de cada mitin son besos y achuchones a los candidatos.
Fotografía: Diaz Uriel
Sanz y Escobar son felicitados por los asistentes al mitin celebrado el lunes por la noche en Santo Domingo