Si hubiera que hacer caso a José Ángel Lacalzada y César Luena, ambos tienen todas las posibilidades de ser el nuevo secretario general del PSOE. Los dos cuentan –según sus termómetros particulares– con el respaldo necesario para ganar el congreso regional que los socialistas riojanos celebrarán a finales de febrero. Tanto el uno como el otro ofrecen de entrada también un proyecto envuelto en los mismos lugares comunes que cualquier militante compraría sin rechistar: transparencia, cercanía, eficacia, progresismo, apertura a la sociedad… Lo raro serían algunas miajas de autocrítica más allá del manido: “No se ha sabido comunicar bien”.

El otro sustantivo que ambos candidatos se esfuerzan por patrimonializar es “cambio”. ¿Realmente Lacalzada y Luena son capaces de girar el rumbo en el PSOE? Para subrayar ese mensaje, tanto el exalcalde de Murillo como el diputado nacional insisten en la autonomía de sus candidaturas y la independencia de sus intenciones, pero un vistazo al entorno que rodea a cada hace costoso comprar ese discurso. Uno ha sido uno de las figuras preeminentes en el equipo más cercano a Aldama, y el otro recibe oxígeno de los que dirigieron el partido antes del aterrizaje del de Herce en la dirección del partido.

No es de extrañar que las primeras declaraciones de Lacalzada hayan repartido las responsabilidades del fracaso de los socialistas riojanos no sólo en él, sino en el conjunto de los 29 miembros de la Ejecutiva. “Tomás Santos, Vicente Urquía, Pilar Criado, Nacho Pérez…”, ha citado con reiteración. Y es posible que no sea inocente la enumeración, sino a sabiendas de que ellos son algunos de los principales avalistas de Luena. El de Bobadilla también ha tirado a dar en este flanco, y no pierde ocasión para recordar que la ascensión del de Murillo ha estado al amparo de Aldama y las agrupaciones en las que se ha hecho fuerte en sus años de secretario general.

En ese escenario cobra mayor valor si cabe la figura de Luis Alonso. Con esas dudas sobre las posibilidades de cambio real que sus otros dos contrincantes pueden ejercer, el tercero en discordia, que respaldan los críticos e IS, está llamado a ejercer un papel fundamental como cuña de esa división de la “mayoría” (como denominan en el partido al núcleo duro de la formación). Curiosamente, por los dos argumentos que enarbolan los demás: la autonomía de criterio para afrontar una nueva etapa y los apoyos de que pueda disponer y que serán obligados para romper un resultado que se anticipa más que reñido.