Luis Alonso, César Luena y José Ángel Lacalzada tienen en común algo más que su militancia. Los tres candidatos que (de momento) aspiran a ocupar la secretaría general del partido se presentan públicamente como dueños de la palabra más cotizada y manoseada en los últimos tiempos en el PSOE: cambio. De puertas adentro, todos ellos no sólo recelan mutuamente de que el otro encarne la renovación necesaria, sino que se tachan de continuistas y/o outsiders sin posibilidades reales de reflotar el partido. Será que el término es polisémico para los socialistas riojanos o el “cambio” no es en Martínez Zaporta una palabra sino una tarta capaz de despiezarse en porciones.

Pero no es el único nexo que comparten. El trío compite también en arrogarse quién es el más alejado de Francisco Martínez Aldama. Nadie le conoce ahora, todos abjuran del todavía secretario general. En las hogueras de cada sede se queman las fotografías donde uno aparece junto al de Herce, aunque el humo, según parece, no parece llegar hasta el Senado donde el por tres veces derrotado contrincante de Pedro Sanz ha encontrado acomodo para los próximos cuatro años.

En esa pared en blanco que es el futuro de la formación, la estrategia de cada uno de ellos pasa por trazar públicamente una raya para marcar las diferencias. Para Alonso está entre “los de arriba y los de abajo”. En el caso de Lacalzada se sitúa entre “los de antes y los de ahora”. Luena se inclina por “los que pueden ganar y los perdedores”.

Dado que el debate a tres bandas parece improbable y el voto de los delegados propios cada vez parece más volátil, a los de fuera nos queda elucubrar quién será el próximo líder del partido. Una encuesta tan fatua e ilustrativa como la que proponemos aquí a partir de hoy.