La fórmula magistral que ha encontrado la administración para suplir la falta de dinero es que otros lo pongan. Actual es el ejemplo máximo de eso que se ha denominado de forma rimbombante como colaboración público/privada. El festival parecía condenado a morir por eso de las prioridades, que eufemísticamente supone cargarse lo que sea antes de sacrificar el déficit, así que el Gobierno ha reclutado a unas cuantas empresas dispuestas a poner su nombre (y muchos euros) bajo una marca de prestigio. La jugada es redonda: a la Consejería y al Ayuntamiento le hacen su trabajo a coste casi cero y los colaboradores se garantizan el intangible de que sus clientes les identifiquen con una imagen cool.
La supervivencia del festival por esta vía ha dado estampas inéditas en otras ediciones, como entradas a precios actuales o que aparezcan más en las fotos un puñado de altos cargos –vestidos de sport y sin corbata– que los desaliñados forasteros con marimbas y djembés que solían ocupar el escenario del Palacio de Deportes. Como sucede al medir algo tan etéreo como la Cultura, el balance final tendrá ángulos y aristas: la pasta que gane (o pierda) quien la arriesga, las veces que el binomio Actual/Logroño haya salido en el telediario de las 3 o quién sabe si hasta la audacia del cartel. Si todo sale bien, el único temor es que la ecuación se expanda. Que Disney patrocine algún colegio público en números rojos y Jack Daniels, el próximo transplante de hígado en el San Pedro.
Fotografía: Fernando Díaz (El Columpio Asesino)