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Teri Sáenz

Chucherías y quincalla

Vuelo con retraso

aeropuertoEs probable que si usted ha tomado el avión que conecta Agoncillo con Madrid le hayan sucedido una de las dos siguientes cosas o ambas a la vez: que el vuelo de partida se haya retrasado y/o el de regreso haya aterrizado en algún aeropuerto vecino. Lo que debería ser una excepción consecuencia de algún imprevisto de fuerza mayor, aquí puja por convertirse en rutina. Las demoras dejan un reguero de historias de conexiones perdidas, tediosas reclamaciones y citas frustradas, echando así leña al fuego del debate sobre si La Rioja precisa una infraestructura tan costosa como marchita en tiempos de crisis. Casi nadie se atreve a reclamar el cierre abiertamente. El Gobierno se escuda en la crisis general del sector para justificar la agonía del aeródromo y remite a un virtual cambio de ciclo para vaticinar que remontará el vuelo volviendo a aquellos años que ahora parecen ciencia-ficción en los que era posible llegar Barcelona, Sevilla, Alicante o pasar el verano en alguna isla. La oposición hace escala en la genérica necesidad de un plan estratégico para reactivar las pistas, que es como decir sí pero no. Todas las palabras resultan estériles mientras no se resuelva el mínimo exigible a un medio de transporte: fiabilidad. Que ahora la pantallita azul de la terminal riojana exhiba esa solitaria conexión a Madrid no es óbice para garantizar que salga y llegue a tiempo. Cualquier otro debate sobre Agoncillo está, como muchos de sus vuelos, fuera de hora.

 

Fotografía: Juan Marín


octubre 2013
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