Ciudadanos quería cariño. Aunque fueran nada más unos arrumacos sin pasión en un rincón apartado. Sólo eso. O nada más y nada menos que eso. Pero Cuca Gamarra no se lo dio. Ni tan siquiera un leve roce en la coronilla de los concejales de C’s con el lomo del último número del Elle. Seguramente es que no lo sintió. Porque el amor ni se compra ni se regala. Tiene que brotar de la aorta del corazón por más que sea la condición para que unas Cuentas prosperen. El mismo que el PP tenía necrosado tras tantas mayorías absolutas y que a la hora de tener que exprimirlo ha resultado estar yermo. Al menos en el Ayuntamiento de Logroño. En el Parlamento de La Rioja el roce es más pasional. ¿Quieres unas rebajas en el tramo autónomo del IRPF? Tuyas son, mías no. ¿Una reforma de la Ley Electoral? Ahí la tienes, cielo. La incluyes tú, lo parimos entre los dos. En el amor importa menos lo que se da. Lo que alienta la relación es que el otro perciba la concesión, esa ilusión de sentirse imprescindible aunque en el fondo ambos sepan que el vínculo es de poliespán. Sólo unas pocas horas después de que C’s apelara en el hemiciclo a la responsabilidad para abstenerse y dejar vía libre para la aprobación el Presupuesto, en Logroño el mismo partido argüía la falta de pasión para hacer lo contrario. En las tertulias se elucubrará con no sé qué maquinación estratégica. Quizás todo es más simple y resulte verdad que la nueva política ya no se dirime en un pleno sino en los programas del corazón.
Fotografía: Miguel Herreros