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Teri Sáenz

Chucherías y quincalla

Verano eterno

autopista

La siniestralidad de la N-232 hace tiempo que ha rebasado el límite de lo insoportable. Cada nuevo accidente ahonda en esa herida, como si el propio asfalto levantara la voz a cada rato para denunciar una situación impropia de una comunidad como La Rioja. El reciente fallecimiento de dos niños y su padre no puede ser sólo otra muesca más de una estadística escalofriante. Y así lo han entendido todos los que al día siguiente del trágico accidente cortaron la vía para exigir una solución sin demora. El inicio de los trámites para la duplicación entre Calahorra y Alfaro sabe a casi nada. En primer lugar porque en el mejor de los escenarios la obra no estará concluida ante del 2026, pero sobre todo porque en cada anuncio oficial resuena la frase pronunciaba por José Ignacio Ceniceros en sede parlamentaria en noviembre del año pasado: fijar plazos en materia de infraestructuras no es garantía de nada. ¿Qué le queda entonces al contribuyente si se le amputa la confianza en que se cumplan los calendarios prometidos? El protocolo suscrito con Fomento para derivar a la AP-68 los camiones y tratar de contener la hemorragia de muertes en esta carretera infernal cumple lamentablemente esa premisa. Además de resultar que ni Fomento asumirá el grueso de la bonificación ni la totalidad del tráfico pesado estará obligado a desviarse, tampoco se ha materializado la previsión de aplicarse en verano. Será que algunos viven en un verano eterno mientras la mayoría sufre escalofríos al circular por la N-232.

 

Fotografía: Sonia Tercero


octubre 2017
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