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Teri Sáenz

Chucherías y quincalla

Un lugar, dos miradas

SAN MILLAN DE LA COGOLLA. Turistas en el Monasterio de Yuso en Semana Santa. 29.03.2018 Justo Rodriguez

El paisaje que está observando en este instante es doble. Uno es ese que usted mira cada día ;el otro, que en realidad es el mismo, el que contemplan por primera vez los ojos de un turista. Probablemente a usted no le provoque ningún entusiasmo y hasta le suscite cierto desdén. Todo lo contrario de quien acaba de conocerlo, que es capaz de encontrar un encanto inusitado y perderse en detalles en los que nunca repararía quien lo tiene delante cada día. Las razones de esa esquizofrenia visual no están en el objeto. Ni siquiera en el observador. El filtro lo impone la actitud. Esa que impide apreciar lo más próximo y difrutar lo lejano con el efecto rebote (sólo a veces) de denostar lo propio, como un disco duro de capacidad limitada que obligara a desechar una parte para ensalzar más otra. En La Rioja conviven estos días ambas miradas. Los miles de turistas que copan cada pueblo están saboreando ahora de lo que muchos ignoramos. Las mismas chuletillas que a usted ya le provocan ardor son el manjar para quien nunca antes se ha manchando los dedos con su grasilla. Las iglesias que nunca pisa donde vive se parecen mucho a las que no deja de conocer cuando sale fuera. Los recorridos que siempre hace en coche por aburrimiento son la ruta predilecta de los caminantes que atraviesan extasiados las calles. El Jueves Santo, en San Millán de la Cogolla, una de esas viajeras llegada de Madrid mostraba a sus hijos los mismos monasterios que ella ya ha disfrutado boquiabierta cien veces. Si por ella fuera, cada aeropuerto de España debería tener una indicación señalando a Suso y Yuso. Hasta que llegue ese el día, aún queda hacer el ejercicio de mirar nuestro propio entorno con ojos de turista.

Fotografía: Justo Rodríguez


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