Javier Bañares (Logroño, 1949) regresa a la primera línea tras ejercer como edil de 1997 al 2007. Profesor jubilado y miembro destacado de Izquierda Socialista (IS), el también escritor ofrece sus más de 35 años de experiencia política para «apaciguar» al PSOE de Logroño.
-Nada más postularse subrayó que no es el candidato de IS a pesar de pertenecer a esta corriente.
-Una cosa es estar integrado en una sensibilidad del partido y otra ser el candidato de una parte del propio partido, como es mi caso. Me presento como un militante más del PSOE. En mi Ejecutiva caben todos y, de hecho, habrá una representación proporcional de cada grupo.
-La cuestión es que ya ha confirmado la presencia en su equipo de miembros de la extinta dirección de Ortega y aúna a otros críticos.
-No me gustaría plantear la asamblea en términos de críticos ni “aparato”, aunque si la gente va a entenderlo mejor, sí: me considero el candidato de quienes defienden verdaderamente las ideas del PSOE. Me gusta que la gente huela a socialismo. Así de simple, sin adjetivos.
-¿No huele a socialismo la gestión y el cariz de Luena?
-Respeto las decisiones que se hayan tomado, pero César no ha tenido la capacidad de diálogo necesaria para evitar que se rompiera la Agrupación de Logroño. Actuar con mano dura no conduce a nada sino que crispa el ambiente y ha resquebrajado el partido en dos. Debía haberse sentado con la anterior secretaria de Logroño y limar todas las asperezas entre la Ejecutiva regional y el grupo municipal. Dicho esto, me propongo cohesionar de nuevo el partido y, sobre todo, darle sosiego.
-¿Qué ha sentido al observar la polémica suscitada entre ambas partes y la creación de una gestora?
-Al principio me sentí mal. Incluso dudaba de si éste era mi partido, donde siempre se había dialogado y llegado a acuerdos. Y más aún cuando por primera vez una Ejecutiva local era elegida con un voto por militante. Desconozco los problemas internos que tuvieron, pero cuando Luena y Ortega se felicitaron al acabar la asamblea en la que ella ganó pensé que aquel abrazo no cerraba las heridas. Y no me equivoqué. A los cuatro días empezaron las broncas que enseguida trascendieron a una sociedad que no sabía ni cómo reaccionar. Si alguien es elegido democráticamente creo que se debería haber respetado su cargo hasta el final del mandato y agotar el diálogo.
-¿Comparte entonces la decisión de Ortega y parte de su equipo de llevar al PSOE a los tribunales?
-No ha habido demanda ni denuncia como tal, sino la petición de una medida cautelar para restituir unos derechos que se creían cercenados.
-¿Pero hubiese actuado igual?
-Nunca. Por el bien del partido hubiera explorado cualquier vía para llegar a un acuerdo. Es más: he estado hablando con miembros de la antigua Ejecutiva local para animarles a retirar el recurso contra el auto de la jueza que negó las medidas cautelares o cualquier virtual acción judicial posterior para que el partido recupere la paz. Hay que hacer borrón y cuenta nueva, y mirar al futuro, lo cual implica olvidar ciertas cosas.
-Hay quien cree que representa el socialismo más vetusto, que carece de la renovación suficiente para el impulso que precisa el PSOE.
-La renovación no es estar militando en Logroño desde hace dos años. Y tampoco la representa Luena a través del candidato que él apoya. ¿Que represento el pasado? Ni me arrepiento ni me avergüenzo de llevar casi cuarenta años militando en el PSOE. Yo tengo la experiencia y la tranquilidad que da la edad. Es más, no quiero prolongarme en el tiempo. Mi compromiso es cumplir los dos años de mandato de la Ejecutiva local y después dar paso a gente más joven o más válida. No me asusta la palabra viejo, porque mantengo el idealismo y la energía para cambiar. Hay jóvenes por edad pero con ideas caducas.
-También algunos críticos juzgan que su perfil no se adecua a la actual coyuntura. Incluso barajaron impulsar una tercera lista.
-Ojalá hubiera salido, pero es que cuesta mucho dar el paso. Mi idea al postularme era que no se desgastara ningún joven que viene detrás. Prefiero quemarme ahora yo, que no tengo ninguna aspiración personal y el PSOE debe enfrentar a un calendario inmediato muy complicado, y luego ceder el testigo a gente joven con un partido más calmado.
-¿Qué opinión le merece el otro candidato?
-No le conozco; ni siquiera sé cómo es físicamente más que por fotos. Y eso que he acudido a asambleas y comités regionales siempre. La gestora, con la cual estoy disgustadísimo por su parcialidad, nos convocó a tomar café un día. Kilian no pudo ir y luego ni me llamó.
-¿Tiene la gestora interés en que gane Cruz?
-Me resulta raro que haya habido muchas altas inesperadas a última hora. Aunque con el jaleo interno de los últimos tiempos me congratula que haya aumentado el número de militantes y la tradición socialista pase de padres a hijos.
-¿También por parte de la dirección regional?
-Ahí está Nuria del Río de la CER apoyando a Kilian o un grupo municipal del Ayuntamiento que está haciendo campaña por él. En cualquier caso, estoy convencido de mis opciones. Cada cual debe reconocer su verdad y la mochila que lleva a cuestas. La mía es que pertenezco a IS y tengo el apoyo de un sector crítico que busca desarrollar un proyecto que, ya le adelanto, incluye una casa del pueblo propia.
Fotografía: Juan Marín