El PP sabe perfectamente cuál es la tecla que debe tocar para incendiar las filas del PSOE. Igual que hizo en el pleno del Parlamento de marzo con las alusiones al Fiscal Superior como «amigo de los socialistas», esta semana ha sacado la cuestión del gasto en telefonía móvil de sus señorías para encender una hoguera que tardará días en sofocarse. Bastó que Carlos Cuevas replicara a la austeridad que la oposición le recomienda con un ranking de las facturas de móvil encabezado por el líder socialista e Inmaculada Ortega. A partir de ahí, el hemiciclo estalló. Los corrillos se llenaron de comentarios airados y explicaciones improvisadas sobre el excesivo consumo de aquél o las llamadas intempestivas de aquélla que no hicieron más que entrar al trapo de esa ‘guerra sucia’ declarada en lo que es ya una precampaña electoral abierta. Un aire similar al que se respiró cuando en el Ayuntamiento de Logroño se aventó el uso de los gastos sociales por parte de un buen puñado de concejales y asesores que levantó otra polvareda en forma de tufo partidista. En vísperas de la presentación oficial de Aldama, los populares consiguieron que las letras más grandes del titular no se las llevase el aspirante a ganar a Sanz como exigía la cita, sino conocer cuánto gasta de más en teléfono. Queda por ver cuál es el recorrido que resta a la cuestión. Si los aludidos darán las explicaciones oportunas o intentarán, como acostumbran los políticos, echar al otro la misma ración de porquería para empatar a nada.