Lo peor de cuando un día mueves la alfombra de casa para hacer limpieza general es la sensación de suciedad personal que te invade. Tú, que todos los días pasas el trapo del polvo a las motas de la vitrina de cristal para que las visitas queden prendadas de tu hogar, descubres que la mierda estaba más cerca de lo que imaginabas. Levantas la puntita del felpudo gigante que cubre el suelo del salón y te topas con pelusas acumuladas a otras pelusas. Pelos sin dueño, mocos enquistados y trozos de barro seco que han ido a parar no se sabe cómo y que, todos juntos, conforman una masa viscosa y rancia que da asco.
El PP acaba de blandir la escoba en el Ayuntamiento de Logroño y se ha encontrado que Logroño Turismo pagaba a Jazz Group 3.000 euros mensuales por servicios de comunicación cuando lo estipulado eran 2.000 . La basura que han encontrado, y sobre la cual serán los tribunales los que diriman de donde proviene, tiene un aspecto especialmente desagradable. No se trata (al parecer) de grandes desfalcos ni pelotazos suculentos que reportan millones. Son, sólo mil euros. Como si ya el oído se hubiera habituado a los desmanes de envergadura y estos desfases de baja intensidad chirriaran todavía aun más. Un capitulo más que añadir al sainete de las esculturas pagadas y nunca vistas que aún carga sobre sus espaldas el anterior Gobierno municipal.
La suciedad encontrada no presenta buen aspecto, como si fuera posible que la podredumbre pudiera tener algún perfil atractivo. La prueba más inquietante es que nadie sabía nada del asunto. Por supuesto que los responsables políticos de entonces no dieron la orden . Faltaría más. Todo surgió como por ensalmo. En una cadena inextricable y falta de higiene al final de la cual los 2.000 euros se convirtieron en 3.000 y a nadie se le ocurrió llamar a un buen barrendero para asear el patio. Tal vez, porque la casa es todos.
Fotografía:Dos turistas pasean por Logroño descubriendo sus encantos (Justo Rodríguez)