Teri Sáenz

Chucherías y quincalla

Un vaso de agua

Domingo, 13 noviembre 2011, 18:03

Lo más jugoso de la mayoría de las entrevistas que usted pueda leer no está escrito en las preguntas ni recogido en las respuestas. La auténtica información reside alrededor de la grabadora, lejos de la cámara, en las maneras del protagonista. El candidato (cualquier candidato) llega a mutar en campaña en una suerte de replicante que reproduce con la precisión de un maestro relojero los puntos de su programa. En el espacio ocupado entre los ojos, las orejas, su nuca y la coronilla oculta un ordenador personal cuyos sensores se activan automáticamente en función de las condiciones externas, de forma de que a cada interrogante se abre la carpeta correspondiente donde está almacenada la contestación apropiada.

El periodista pronuncia por ejemplo ‘empleo’, y el archivo vuelca los conceptos confianza, oportunidades, crecimiento. Si la palabra clave es ‘déficit’, el ratón cerebral pincha en el icono con ese nombre y aparece una cascada compuesta por austeridad, recorte –sustituir por ajuste, advierte el asterisco en rojo situado al lado– eficiencia o priorizar. Todo está tan milimétricamente articulado, que al candidato sólo le resta la libertad de ordenar aleatoriamente los conceptos que brotan de ese disco duro. Le advierto de todo esto para que lea con detenimiento todas las declaraciones que aparezcan de aquí al 20-N pero, sobre todo, cerciórese de que el candidato bebe agua. Así sabrá si se trata de una persona o es sólo un cartel electoral.