El diario de sesiones del Parlamento recogió el jueves una de las declaraciones más reveladoras de la política riojana reciente: “Yo llevo gomina, ¿y qué? Hay otros que no pueden usarla”. La frase salió de la boca de Carlos Cuevas, un poco para golpear en la alopecia incipiente de Félix Caperos y otro poco para desmontar el discurso socialista de que el aeropuerto de Agoncillo se inauguró con más glamour que posibilidades de atraer aviones. El alcalde de Casalearreina sonrió, se mesó las sienes y, al menos, logró la cuota de protagonismo que lleva buscando desde que el PSOE busca sustituto de Aldama.
No fue la única referencia a la cuestión capilar. “Ha mentido y no se le ha movido un pelo”. Inmaculada Ortega respondía así al versículo mil veces repetido por Pedro Sanz y que dice: “Ni ha habido ni habrá recortes en los servicios públicos básicos”. Devolviendo el bumerán de la ironía/retranca, la diputada le informó a la Cámara de que, como dicen en su pueblo, no hay ningún burro calvo.
El que fue perfectamente peinado fue José Ángel Lacalzada. En ese doble papel que desarrolla estas semanas de diputado y candidato a la secretaría general socialista, el exalcalde de Murillo coló en el orden día una pregunta relativa al “escandaloso” incremento del paro que le permitió tomar la voz públicamente y recordar lo que también Caperos dejó caer su intervención: que unos están en Logroño y otros, en Madrid.
Entre tantos códigos crípticos y mensajes en clave interna de los que tampoco escapó Francisco Javier Rodríguez Peña – “usted es nuevo en la portavocía y no sé si va a durar mucho…”, le lanzó Sanz- el presidente riojano volvió a practicar la gimnasia del patriotismo regionalista al detallar las restricciones para acceder de ayudas de inserción. “No estoy dispuesto a que quien venga hoy tenga una ayuda mañana y se produzca un efecto llamada (…) El dinero de los riojanos nos hará falta para los que están, viven y pagan los impuestos en La Rioja”. Aparentemente, nadie se desmelenó al oírlo.