El Partido Riojano pasó por la ITV de las elecciones autonómicas y municipales y el mecánico le advirtió de que su vehículo no daba para mucho más. Después de treinta años de uso y una conducción entre temeraria e imprudente durante la última legislatura junto al PSOE, o hacía un revisión profunda o el motor corría el riesgo de pararse para siempre. En vez de hacer oídos sordos a la recomendación como hacen otros con un apego enfermizo a los suyo, los regionalistas han optado por tomar nota y embarcarse en un Plan Renove que hace tiempo tenían en mente a la vista de que, por mucho que acelerara, el vehículo nunca pasaba de una velocidad modesta.
El encuentro en el mismo taller con Ciudadanos de Logroño, que después de un arranque fulgurante y rompedor había quedado fuera del Ayuntamiento de la capital, ha dado el empujón definitivo a un tuneado conjunto que difícilmente hubiera sido factible de no estar a los mandos Miguel González de Legarra y Julio Revuelta. La digestión de la mezcla (externa en la sociedad, pero también interna entre la propia militancia) está por ver, pero al menos el PR ya ha hecho en sus ponencias un ejercicio de contrición y reconocimiento de la culpa propia que, en estos tiempos de orgullo y denuncias al empedrado, se antoja un sano punto de partida para poner el cuenta kilómetros a cero.
La transformación se anuncia honda. Cambio de denominación, transformación de la imagen, renovación de los cuadros de mando. En la cúpula seguirá Legarra, que al contrario que en otras coyunturas en las que siempre se había ofrecido a ceder su puesto para refrescar el discurso, esta vez entiende que si ha conducido al partido hasta este punto tan arriesgado no puede saltar en marcha. El mismo líder para un proyecto distinto que se esfuerza por despegar esa “marca blanca” del PSOE con la que, a fuerza de repetirlo, el PP había conseguido etiquetar a los regionalistas.
Fotografía: Sanda Sainz