Catch-up TV, servicios OTT (Over The Top)… Los tiempos han cambiado y la forma de ver contenido audiovisual también. Aunque parezca mentira, estas palabras están de moda. El primero sirve para verlos a la carta desde un Smart TV y el segundo más de lo mismo pero a través de internet ya sean de televisión como Netflix, de mensajería como WhatsApp o de música como Spotify. El espectador pasa a ser un telenauta.
Parece que ha habido una revolución en las plataformas de streaming. Según los críticos, “La maravillosa Sra. Maisel”, que es una de las series más destacadas para ellos, solo se puede ver en Amazon Prime Video. Pero, ¿quién decide si es la mejor y qué precio estamos dispuestos a pagar por verla? Lo mismo pasó con “Arde Madrid”, una de las producciones españolas que más apoyo recibió el año pasado y que pertenece a Movistar+. También esta prepara “Paraíso”, la versión española de “Stranger Things”.
Una de las pocas que me han gustado últimamente es “La maldición de Hill House” de Netflix. Está basada en la novela de Shirley Jackson de 1959. Los aficionados al terror todavía tendremos que esperar hasta 2020 para ver la segunda temporada, esta vez, partiendo del libro “Otra vuelta de tuerca” de Henry James (1898).
Hace poco llegó a España también Acorn TV para ver series en inglés y cuya idea era estrenar una a la semana. Su CEO explicaba que nuestro país supera incluso a Estados Unidos a la hora de consumir este tipo de contenidos.
La narrativa transmedia deja que engullamos a nuestro gusto los productos que salen fuera de la pantalla, vamos, el merchandising de toda la vida. Ahora se le llama así, narrativa transmedia, aunque esto funciona desde hace décadas. A finales de los años 50 se estrenaba el wéstern “Bonanza”, después vinieron los libros y más tarde las figuras de plástico. Lo mismo ha sucedido con “Star Wars” y sus videojuegos, “Harry Potter” o “Matrix”. Ahora además están los mobisodios (mobile + episodios) para dispositivos móviles.
Echando un vistazo entre las cajas de los apuntes me aparecen varias ‘biblias’. Recuerdo que cuando estudié todo esto, lo primero que había que hacer era un documento llamado biblia. Resulta que para crear este tipo de narraciones hay que plasmar sobre un papel el pasado y el futuro de los personajes, aunque puede que algunas de las tramas no lleguen a ocurrir nunca. Otro de los puntos clave es el target, el público al que va dirigido, qué quieren ver/leer y cómo. En resumen, consiste en ir produciendo sobre la marcha y dependiendo de las necesidades del espectador. Ya no existe un guion cerrado, se trata de un juego constante del prosumidor (productor y consumidor).
En general hay donde elegir aunque quizá ese sea el problema, que puede llevar a una saturación y la calidad de las series es escasa. Sin embargo, las propuestas de las plataformas actuales son variadas pero eso no quiere decir que dejemos abandonadas las tradicionales porque ellas, a su ritmo, también van evolucionando y tienen mucho que ofrecer todavía.