El fin de semana pasado ha sido perfecto para ver una película de terror. Tardes grises y hasta con granizo. Estrenaban el remake de ‘Cementerio de animales’ basada en el libro de Stephen King. Leído hace tiempo, las expectativas eran buenas.
Una familia se muda de la ciudad al campo y descubren un cementerio indio en el bosque donde están las mascotas de la gente que vive por la zona. El gato de esta familia muere y lo entierran allí. Al día siguiente, el gato regresa al hogar y deja a todos impactados. Algo de lo más normal si pensamos que tiene varias vidas… Poco después uno de los hijos es atropellado y a partir de entonces empiezan a investigar qué sucede en aquel lugar.
Tiene algunos sobresaltos, eso es genial porque te mantiene advertido y a la espera del siguiente susto. Sin embargo, hay escenas que pueden llegar a ser sádicas incluso para los que hemos hecho un repaso de la novela antes de verla. Además los actores principales son conocidos y es otro punto a favor: Jason Clarke (El amanecer del planeta de los simios o El gran Gatsby), Amy Seimetz (Stranger Things) y John Lithgow (Cosas de Marcianos o Dexter).
La primera versión se estrenó en 1989 y el grupo Los Ramones hizo la canción que lleva el título de la película y está también dentro de su disco ‘Brain Drain’. Hay varias diferencias entre una, otra y el libro con algunos personajes y con el final. Yo me quedo con la última.
La historia al comienzo se desarrolla despacio y poco a poco va acelerando hasta llegar a un ritmo frenético. Como se escucha últimamente por ahí, “eso es bien”. Y en realidad (SPOILER), animales pocos, ya que son las personas las que se encargan de ir asesinando al resto.
King es uno de los autores que más adaptaciones ha llevado a la gran pantalla y con el éxito de ‘It’ hace un par de años ya había ganas de ver más producciones del ‘Rey’ del terror. Sabe cómo atrapar al lector / espectador y llevarlo al límite de la inquietud más extrema.
‘Cementerio de animales’ es una trama típica del género del escritor con un guion previsible que incluso hace referencias a otros de sus trabajos. Sigue el paradigma de Field, muy utilizado en la narrativa del cine clásico de Hollywood dividido en tres actos: hay un detonante y primer punto de giro, la muerte y resurrección del gato; el midpoint y el segundo punto de giro, la muerte de uno de los hijos, y después el clímax y la resolución, cómo conduce al apogeo para llegar finalmente a una conclusión.
Aun así y en ocasiones imaginando lo que va a pasar, el dolor, el miedo y la impotencia que viven los protagonistas te van enganchando hasta guiarte a un final esperado pero con ganas de verlo. Un final que puede tener continuación. Muy recomendable.