En uno de mis primeros post anuncié que el jazz nos serviría de excusa para, de vez en cuando, hacer alguna pequeña y respetuosa incursión por los terrenos de otras artes. Ya he tendido en este blog algunos puentes entre el jazz y el cine o el jazz y la fotografía. Da mos hoy un paso más e inauguramos la sección ‘pintura y jazz’, una sección donde, más que en ninguna otra, la subjetividad de quien esto escribe jugará un papel fundamental.
Amp arado en esa subjetividad hoy me atrevo a asegurar que las creaciones artísticas del trompetista Miles Davis (Alton, 1926 – Santa Mónica, 1991) y del pintor Edward Hopper (Nueva York, 1882 – Nueva York, 1967) se hayan unidas por muy fuertes y consistentes lazos. A mi juicio, no ha habido jamás un músico que haya sabido expresar mejor el sentimiento de soledad que Miles Davis; y exactamente lo mismo podría decirse de Edward Hopper en el ámbito de la pintura. Además, creo que ambos comparten una habilidad excepcional para hacer del silencio un recurso expresivo básico en su obra (el silencio parece un elemento casi palpable en los lienzos de Hopper, lo mismo que en los fraseos meditabundos de Miles).
Para intertar demostrarlo he hecho este vídeo. El tema que suena es It Never Entered My Mind, grabado en 1954 por Miles Davis (trompeta), acompañado por Horace Silver (piano), Percy Heath (contrabajo) y Art Blakey (batería).
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