Futuro perfecto
Hacía tiempo que buscaba una señal para creer. Para creer en el futuro del jazz en España. Hacía tiempo que esperaba la llegada de un trompetista que revitalizara el moribundo panorama del ‘sector del metal’ en este país. Buscaba también una balada moderna interpretada por jóvenes músicos españoles que no cayera en una oscura nebulosa sin pulso, sin intens
idad, vida ni emoción; lo mismo que buscaba un grupo que apostara por el jazz renovador sin perder el swing en el intento. Tanteaba el panorama para descubrir algún digno heredero de la encomiable y ya cincuentona generación de los Pardo, Sambeat, Chano y Colina. Aguardaba la venida mesiánica de una figura que anunciara la existencia de un paraíso musical en el que pasar los próximos años. Y todo se materializó ante mí el jueves en el Treatro Bretón.
El chico se llama Raynald Colom y toca la trompeta con la entrega y la convicción de un Blue Mitchell, con la audacia y la frescura de un Woody Shaw. Sus improvisaciones, a veces de una inestabilidad emocionante, huyen siempre de los parajes trillados para adentrarse por senderos escarpados camino de un oasis (así es el jazz) que nunca llega. En su búsqueda ojalá mantenga muchos años a su lado a ese otro joven aventurero que es Javier Vercher, saxo tenor de sonido pétreo que administra sabiamente la herencia de Shorter, Coltrane y Joe Henderson.
Trompetista y saxofonista cuajaron una actuación soberbia arropados por el estimulante acompañamiento de un potente trío rítmico que profundiza con fascinación en el concepto refundado del swing que idearon mediados los 60 Herbie Hancok,Ron Carter y Tony Williams. Nuestro futuro de ávidos aficionados al jazz en España parece hoy luminoso.
idad, vida ni emoción; lo mismo que buscaba un grupo que apostara por el jazz renovador sin perder el swing en el intento. Tanteaba el panorama para descubrir algún digno heredero de la encomiable y ya cincuentona generación de los Pardo, Sambeat, Chano y Colina. Aguardaba la venida mesiánica de una figura que anunciara la existencia de un paraíso musical en el que pasar los próximos años. Y todo se materializó ante mí el jueves en el Treatro Bretón.El chico se llama Raynald Colom y toca la trompeta con la entrega y la convicción de un Blue Mitchell, con la audacia y la frescura de un Woody Shaw. Sus improvisaciones, a veces de una inestabilidad emocionante, huyen siempre de los parajes trillados para adentrarse por senderos escarpados camino de un oasis (así es el jazz) que nunca llega. En su búsqueda ojalá mantenga muchos años a su lado a ese otro joven aventurero que es Javier Vercher, saxo tenor de sonido pétreo que administra sabiamente la herencia de Shorter, Coltrane y Joe Henderson.
Trompetista y saxofonista cuajaron una actuación soberbia arropados por el estimulante acompañamiento de un potente trío rítmico que profundiza con fascinación en el concepto refundado del swing que idearon mediados los 60 Herbie Hancok,Ron Carter y Tony Williams. Nuestro futuro de ávidos aficionados al jazz en España parece hoy luminoso.