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José Ángel González

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Perfiles. Bessie Smith. La reina murió como un perro.


Bessie Smith nació en Chattanooga (Tennessee) en algún momento indeterminado entre los años 1894 y 1900 (las partidas de nacimiento no eran una de las preocupaciones de la población negra norteamericana por aquella época). Su infancia transcurrió en aquel efervescente microcosmos musical que se formó en el sur de Estados Unidos a principios del siglo XX, donde las fronteras entre el blues, el jazz o el gospel aún no estaban claramente definidas, y todo ello y mucho más formaba parte de una especie de potaje primordial donde estaban contenidas las semillas de toda la música popular que conquistaría el mundo a lo largo de las siguientes décadas, desde el rock and roll hasta el rap.

Bessie, integrante de una numerosa familia pobre de solemnidad, comenzó siendo aún muy niña a cantar por las calles de su ciudad a cambio de alguna moneda o alimento con el que poder sobrevivir. A los nueve años, en esas circunstancias, se topó por casualidad con Ma Raney, una reputada cantante de blues que estaba de gira por Tennessee. Inmediatamente quedó fascinada por el poderío de la voz de la niña y por el incipiente pero muy personal estilo que mostraba, por lo que quiso llevársela con ella en su espectáculo. Con esa idea en la cabeza fue a hablar con la madre de Bessie, quien en un primer momento se opuso en rotundo a tal idea. Se dice que unas cuantas monedas le hicieron finalmente cambiar de opinión.

Bessie Smith, poco tiempo después, siendo apenas una adolescente, ya se había convertido en el reclamo principal de aquel espectáculo itinerante y estaba preparada para comenzar su propia carrera en solitario. Fue Thomas Edison, el inventor del fonógrafo, quien grabó en el año 1921 las primeras canciones de Bessie, pero optó por no editarlas al considerar que no tenían interés suficiente como para comercializarlas. Pronto se demostraría lo equivocado que estaba pues, respaldada por el sello Columbia Records, Bessie Smith se convirtió en una gran celebridad y en una mina de oro para la discográfica entre 1923 y 1930, sus años de máximo esplendor. Durante esta época Bessie conoció el oropel, la fama y el dinero, y todos los grandes músicos del momento suspiraban por tocar junto a ella (de Armstrong a Coleman Hawkins, pasando por Benny Goodman o Bix Beiderbecke). Al mismo tiempo se agudizó su afición a la ginebra y a algunos otros excesos, incluidos sus sonados y torrenciales romances tanto con hombres como con mujeres.

La Gran Depresión de los años 30 dejó muy tocada a la industria discográfica y del espectáculo, lo que unido a su deterioro físico y a su carácter cada vez más inestable llevó poco a poco a la cantante a una situación cercana de nuevo a las penurias económicas de su infancia. En 1937, cuando circulaba en coche por una carretera comarcal de Mississippi, se empotró contra un camión. Su cuerpo quedó destrozado. Una ambulancia le rescató aún con vida, aunque había perdido gran cantidad de sangre. La leyenda asegura que el hospital más cercano se negó a ingresarla porque en él sólo se admitían a pacientes blancos, y murió en la ambulancia de camino hacia otro hospital para negros.

El legado artístico de Bessie Smith es de una importancia insondable para el desarrollo de la música del siglo XX. La gran cantante de jazz Billie Holiday siempre mostró su devoción por ella, lo mismo que la diva del rock Janis Joplin, quien en 1970 compró la lápida que hasta entonces nunca había tenido la tumba de Bessie.

Viajemos en el tiempo hasta 1928 para escuchar este fantástico I Used To Be Your Sweet Mama:


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