Coleman Hawkins (Missouri, 1904 – Nueva York, 1969) puede y debe ser considerado como el ‘padre’ del saxo tenor, pues si bien es cierto que fue el belga Adolphe Sax quien inventó el instrumento en 1840, no es menos cierto que nadie supo muy bien qué hacer con él hasta que no cayó en las manos de este enorme músico de jazz que empezó tocando el piano y más tarde el violonchelo. Hawkins ‘encontró’ el sonido adecuado para el saxo y gracias a su impresionante técnica y a su imaginación para el fraseo lo llevó de ser una curiosidad prácticamente sin utilidad a convertirlo en el instrumento icono del jazz y de la música moderna.

El disco que traigo a la lista recopila diversos temas grabados por Hawkins entre 1939 y 1959 y contiene su obra maestra y una de las más espléndidas joyas de la historia del jazz: su arrolladora versión del standard Body And Soul. En los tres minutos que dura su interpretación (los tres minutos más extraordinarios de la historia del jazz en opinión de algunos críticos), Coleman Hawkins, que entra directamente improvisando sobre el tema sin exponer la melodía original, logra una obra maestra donde se mezclan en su justa medida virtuosismo, lirismo, emoción y coherencia para sentar las bases de un estilo, el jazz, que todavía estaba dando sus pasos iniciales y el lenguaje de un instrumento que pasaría desde ese instante de anecdótico a principal.

Yo no me canso nunca de escuchar el perfecto solo improvisado que consiguió Hawkins en aquella lejana sesión del 11 de octubre de 1939 en Nueva York, me lo he aprendido de memoria sin pretenderlo, desde la primera a la última nota, y muchas veces me sorprendo a mí mismo silbándolo distraidamente en cualquier lugar.

El resto del disco está a buen nivel pero no a la altura de esta piedra preciosa de la historia de la música que vamos a escuchar, o a volver a escuchar, con atención y admiración:
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