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José Ángel González

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Perfiles. Django Reinhardt. El hombre de la mano de oro


La historia del jazz está jalonada de grandes músicos con biografías increíbles. La intención es que por este blog vayan pasando a lo largo del tiempo algunos de ellos. Empezaré trazando un somero perfil del prodigioso guitarrista Django Reinhardt al coincidir que en este año se cumple el centenario de su nacimiento.

Django Reinhardt (1910-1953) llegó al mundo en Bélgica aunque pasó la mayor parte de su vida afincado en París. Se crió en el seno de una familia gitana que se ganaba la vida de forma nómada presentando por los pueblos un espectáculo con una cabra y un oso como artistas principales, a quienes acompañaban el cabeza de familia a la trompeta y el jovencito Django al banjo. Cuando tenía 18 años ocurrió un suceso que marcaría su vida: el carromato en el que vivía se incendió y Django resultó gravemente herido. El fuego le dejó como secuela, entre otras cosas, la atrofia permanente de dos dedos de su mano izquierda. Mientras se recuperaba en el hospital, uno de sus hermanos le regaló una guitarra y le animó a que su minusvalía no hiciera mella en él. Y así fue. Reinhardt, analfabeto, incapaz de leer una sola nota en una partitura y con sólo tres dedos útiles en su mano izquierda acabaría convirtiéndose en uno de los mejores músicos del siglo XX y en una influencia siempre admitida por multitud de guitarristas modernos.

El año 1931 fue otra de las fechas clave en su biografía. Tras haber estado unos años ganándose la vida como músico en París (trasladando a su instrumento aquellos extraños sonidos de un estilo llamado jazz que venía del otro lado del Atlántico) coincidió en una de sus actuaciones con el violinista francés Stephane Grapelli, con quien de inmediato estableció una química musical fuera de lo normal. Ambos crearon el legendario ‘Quintette du Hot Club de France’, un grupo formado exclusivamente por instrumentos de cuerda (contrabajo, tres guitarras y violín) que contribuyó como ningún otro a extender el jazz por Europa y animó tantas y tantas noches en el feliz París de entreguerras.

La ocupación nazi de Francia pilló a Grapelli de gira por Inglaterra y allí se quedó durante unos cuantos años. Mientras, Django se convirtió en uno de los puntales de la Resistencia y a punto estuvo varias veces de ser capturado y enviado a los campos de concentración como tantas otras personas de su raza. Tras la liberación de París, Django consolidó su prestigio de guitarrista excepcional tocando con muchos de los músicos norteamericanos que pasaron por la capital francesa en esa época. Su fama de guitarrista virtuoso, de acompañante con swing infalible y de solista increiblemente imaginativo, llegó hasta oídos de Duke Ellington, que le invitó a viajar a Estados Unidos y a unirse a su banda durante un tiempo.

Juerguista impenitente, bebedor, jugador, noctámbulo y mujeriego, el cuerpo de Django Reinhardt no pudo seguirle el ritmo y se plantó un 6 de mayo de 1953 en Fontainebleau, cuando el guitarrista apenas contaba con 43 años. Hoy la leyenda de Reinhardt sigue viva y raro es el guitarrista de jazz que no hace gestos reverenciales cuando oye pronunciar su nombre.

Suele contarse de él una bonita anécdota. Una noche, una rica mecenas parisina juntó a cenar en su casa a Django y a Andrés Segovia. La noche terminó con ambos tocando la guitarra. Cuando el maestro Segovia escuchó a Django se quedó perplejo y le preguntó dónde podía encontrar esa música (en referencia a las partituras). Django soltó una larga carcajada y respondió: “Sólo en mi cabeza”.

En 1999, Woody Allen le rindió un indisimulado homenaje con su película ‘Acordes y desacuerdos’.

Escuchemos un poco de esa maravillosa música de Django en los años 30 con el ‘Quintette du Hot Club de France’.



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