Lady in Satin fue grabado en Nueva York por Columbia Records entre los días 19 y 21 de febrero de 1958, cuando la mítica vocalista Billie Holiday contaba 43 años y tan sólo tenía por delante 17 meses más de vida, una vida de melodrama (que algún día trataremos con más detalle en la sección ‘Perfiles’) que ya se apagaba poco a poco sitiada por los efectos de la heroína, el alcohol y la aflicción moral devastadora provocada por una existencia injusta y desgraciada en extremo. Fue la última sesión de grabación de la cantante y, de hecho, hay algo de glorioso, de celestial, en este disco que a veces me hace pensar que ya fue, en cierto modo, concebido desde el más allá.
La dimensión de la figura de Billie Holiday en el mundo del jazz es de proporciones mastodónticas, y su halo de divinidad no resplandece precisamente por un timbre de voz hermoso ni un amplio registro tonal (cualidades que nunca tuvo y menos aún en la última etapa de su vida, cuando fue grabado este disco) sino por su valentía para saltarse los convencionalismos musicales de la época, por su increíble dicción, su sensualidad fría, su lirismo triste, su tan expresivo vibrato, su capacidad para amplificar sutilmente las palabras claves de cada frase, la manera de hacer suya cada canción y cantarla como si estuviera desnudando el alma. Con todo ello y otra serie de cosas que soy incapaz de explicar, esta mujer puede hacer en cualquier momento que se te ponga el bello de punta.
Aproximémonos a su inmenso legado artístico con este ‘But Beautiful’, donde la desdichada Billie canta, a pesar de todo, al amor. La composición es un standard de Jimmy Van Heusen; y los arregos orquestales, de Ray Elllis.
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