Les tengo el máximo respeto a estos dos músicos, dos nombres grandes de verdad en esto del jazz, dos artistas que, cada uno por su lado, vienen dando placer a mis oídos desde hace muchísimos años. Por eso, cuando vi este CD le eché el guante sin pensármelo dos veces. Keith Jarrett y Charlie Haden juntos, sin más acompañamiento, pianista y contrabajista en íntima comunicación musical. El disco prometía mucho y no me ha defraudado en absoluto: más de una hora de poesía sonora, de extrema sensibilidad artística, de telepatía y de belleza desnuda.
Cuenta el propio Jarrett en la carpetilla del CD que su reunión con el contrabajista (hacía tres décadas que no tocaban juntos, desde la disolución quizá prematura de aquel trío que completaba el batería Paul Motian) se debió a la insistencia de los realizadores de un documental en torno a Charlie Haden. El reencuentro fue cordial y terminó con una cena en casa de Jarrett; y tras la cena, pues me pongo a tocar un poquito el piano; pues espera que traigo el contrabajo; pues no suena mal esto… Total, que la cosa se fue calentando y ambos terminaron encerrándose en el pequeño estudio que tiene Jarrett en su casa y grabando este disco. Todo esto sucedió en el 2007, y es ahora, tres años después, cuando el CD ha salido a la luz. Jasmine, que así se llama el disco, contiene ocho temas que son en su gran mayoría baladas. Jarrett exprime su lado más lírico y Haden lo secunda con ese magnífico discurso suyo tan sobrio, tan concentrado, tan acertado, donde ni sobra una nota ni es necesario añadir nada más.
El resultado es una delicada obra de arte para disfrutar con los ojos cerrados, con nocturnidad, con respiración pausada y en soledad. Un botón de muestra, esta inspirada versión de One Day I’ll Fly Away, de Joe Sample:
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