La etapa en L’Alpe D’Huez protagonizó, a su vez, dos carreras diferenciadas: por un lado, la lucha por la victoria, donde Cristophe Riblon fue mejor y supo dosificarse mejor que sus rivales; y, por otro, por la pelea en la General, donde Chris Froome, a pesar de ser el más fuerte, no supo transmitir su condición de líder absoluto con gestos inequívocos de que, durante la etapa, no ha sabido administrarse y estuvo, si cabe, algo nervioso. No se asemeja a la figura típica de líder que conocemos.
A cuatro kilómetros de la meta, Froome lo demostró levantando el brazo indicando una pájara; un gesto fuera de lugar que no hace sino provocar a sus rivales para que lo ataquen. Precisamente su salida de los ataques desde el inicio lo pasó factura al final de la carrera, mostrando una debilidad que bien puede deberse a la fuerte humedad, demostrada en la elevada cantidad de veces que los corredores bebieron agua; o no haber comido bien. Sin embargo, mañana, a buen seguro, dará un golpe encima de la mesa y demostrará que es, por méritos propios, el firme ganador de este Tour de Francia.
Con el ganador decidido, las próximas etapas alpinas determinarán cuál será el podio, con Nairo Quintana y ‘Purito’ Rodríguez demostrando que están más fuertes que Alberto Contador, que mañana lo volverá a intentar pese a arrastrar síntomas de debilidad desde días atrás. La realidad es que el pinteño está peor que sus contrincantes por la segunda plaza. Así, en la próxima etapa se espera que el MoviStar se mueva para que Quintana se despegue de Contador, actualmente 21 segundos por encima; de la misma forma que ‘Purito’ ha de consolidar su mejoría, confirmada en L’Alpe D’Huez como el corredor que más ha avanzado hasta la fecha.