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Me perdí en Hermanos Moroy

 

Mis pasos me llevan en una tarde de este invierno de temporal a una calle con historia. Desde El Espolón bajo por Marqués de Vallejo, sobrepaso la antigua Veneciana, así como el conocido hotel que lleva el nombre de esta calle. El edificio que te da la bienvenida luce como nunca. Fundado en 1911, reformado y ampliado en el 2004 contó con el arte de Devota & Lomba para transformar una de sus habitaciones en el 2007. Entro así, despacio y dando un paseo, en un pequeño mundo que te envuelve de historia, en este caso, comercial, historia de ciudad, pero que ha dejado entrar por la puerta a la nueva moda. Ganar sin perder.

Estoy en Hermanos Moroy. Esta calle en la que no existen los focos en la fachada, si acaso antiguas farolas, que atraviesa Sagasta y en la que conviven con nuestra gran Plaza de Abastos originales locales. Ellos son los que arrojan una intensa luz desde sus escaparates cuando ya se ha presentado la noche. He venido a visitar la nueva Petit Paris (lo que contaré en siguiente post). 

Inevitable fue detenerme, contemplar a quienes le acompañan en su día a día. A quien decida perderse en esta calle le pasará lo mismo. Verde Doncella, que ocupó con estilo y respeto la esquina de Modas Lis, te abre el paso hacia esta vía de singulares negocios.

La esquina de enfrente brilla con la Joyería Domínguez y observo que la Tacita de Té, justo a su lado, ha cambiado de ubicación. Aquella tienda llena de estanterías, estrecha, personal y en la que te envolvían los olores de las infusiones se ubica hoy en el local de la óptica que recuerdo desde niña en el Edificio Comercial.

A su lado, estaba y está, la delicadeza de La Encajera. Frente a ella, Tejidos y novedades Viza y el pequeño pasaje de la tienda Mola, cuyo escaparate en curva es firma de la casa y deja observar como un ventanal todo lo que ocurre y se ofrece en el local.

Entre ellas también la joyería Domenech y el negocio de Isidoro Ochoa, que lleva con Carlin a la primera parte de Hermanos Moroy  los libros, la papelería, el material de oficina, de imprenta… entre un largo etcétera de cosas que emocionan a quienes nos encanta el papel.

Vecina de la Tacita de Té, subiendo esas escaleras del Edificio Comercial encontramos la moda de Canal Ocho. Junto a ella, a pie de calle, está Casa Mazo. Si la desaparecida Lis fue inaugurada en el 45, Casa Mazo lo fue en el 56. Mientras ésta última viste el interior, a su lado, la diseñadora logroñesa  Jordana Carrera muestra en un alegre escaparate su moda y complementos para mujer.

Tradición y emprendedores se dan la mano en esta calle. Un par de pasos más nos conducen esta vez a la tradición, ahí se ubica Mary Costura. La especialidad que anuncia son los trajes regionales, enseña una parte en
sus maniquíes, un homenaje a la cultura riojana. Hay una parada más antes de cruzar Sagasta son los objetos para el hogar de Amarilis.

Entre pan, especias y perfumes

Queda mucho que observar y descubrir al otro lado de la calle en mi búsqueda de Petit Paris. A su alrededor se encuentran negocios tan diversos como La Molienda, hogar de condimentos y especias, y en cuyo rótulo destaca la leyenda ‘Ingredientes para la matanza’. A unos metros nos conquista el perfume desde el establecimiento de frente de madera de la Perfumería Angulo. Antes de llegar a esta altura de la céntrica calle hemos observado la moda femenina de Chaflan, en la primera esquina y frente  la tienda de regalos Por Fin.

No falta en el siguiente tramo del paseo otra diseñadora riojana, Marina Torres, que lleva su moda con su marca Nona Papallona hasta su comercio EME. Recrea su creatividad en vestidos, faldas, blusas, camisetas, sudaderas, pañuelos e incluso bolsos.

El deporte también tiene su espacio entre estos comercios logroñeses. Está en las prendas y el calzado de K2. 

Innegable es que estamos en una calle llena de vida, de continuo movimiento y en la que el trasiego es diario porque a ella se acude para  ‘hacer la compra’. Lo demuestran otros negocios como la Carnicería Olga o Pan Tudanca, que se entremezclan con  la Mercería Mari Carmenlos cerrajeros Mediavilla, la tienda de revistas de José Ignacio Martínez, la farmacia de Carlos Martínez Gil; la antigua y bonita farmacia de Rodríguez Maimón o el local de café El Pato.

Si por el día el movimiento está servido con una joya de esta ciudad, la plaza de Abastos, su cercanía a la Laurel marca estilo. Bares y restaurantes iluminan la noche de Hermanos Moroy.

 

La calle cuenta con las chuletillas y la parrilla de los restaurantes Entre Cepas y En Ascuas, así como los bares Moroy tapas y vino y El Palillo, café, tapas y vino.

He llegado a la nueva Petit Paris, pero como comentaba al inicio de este post ese será mi próximo capítulo.

 

* si faltara alguna tienda o negocio por nombrar agradecería mucho que me lo hicieran saber, por ejemplo, a través de un comentario. De esa manera podría añadirlo a este texto. Gracias.

 

De todo lo que se puede encontrar en las tiendas. O sea, de todo.

Sobre el autor

Periodista, logroñesa, las dos cosas de toda la vida. Con este periódico en la sangre, ahora lo revivo en internet. Ah: y me gustan las tiendas.


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