Dos pequeños mundos descubrí al pasar el último día por el logroñés Paseo de las Cien Tiendas. Dos bonitas sorpresas en forma de nuevos comercios que no esperaba encontrar. Su estética es muy diferente, sin embargo, tienen algo en común y es que nacen de la ilusión de dos mujeres que entran por primera vez en la familia del comercio de nuestra ciudad.
Ambas se definen con cierto humor como “valientes”, coinciden en este detalle también, han decidido crear su propio empleo y consideran que han asumido ciertos riesgos. Además, cuando hablan de cómo se plantearon sus tiendas cumplieron con la misma condición: debía ofrecer a sus clientes aquello que a ellas les había conquistado tiempo atrás.
‘Tejiendo sueños’ es el nombre de un espacio en el que la idea ‘hazlo tú mismo’ está muy presente. Poner un pie en este local (en Calvo Sotelo 22 esquina con Juan XXIII) es rodearse de color, de lanas, de punto, de la suavidad de sus madejas -en estas fechas de algodón- que sugieren su propia moda a quien posee en sus manos el arte de las agujas. Este el terreno de Ruth García, que reflexiona en nuestra conversación sobre que a ella siempre le gustó hacer punto. Explica que ha ido perfeccionando su técnica a través de distintos cursos y en ellos también pudo observar que “había más gente y mucha muy joven a la que le gustaba este mundo”.
“A mí me relaja tejer”, admite, y es cierto que quien lo hace lo aconseja como una actividad para dejar atrás el estrés.
Ruth también muestra en sus estanterías distintos complementos (capazos, bolsos, los mix pareos-toallas, que este verano ocupan las orillas de las playas; pañuelos, bolsos vintage…) Todos comparten un coqueto espacio en el que también hay lugar para un detalle riojano, las alpargatas, que este verano han vuelto a instalarse en nuestros armarios. ¡Ojalá que sea para quedarse!
Aquella mañana, unos minutos después, salí de este pequeño universo de la creación propia para entrar en el de lo natural. La curiosidad no dejó que pasara por alto Venera Venus, el segundo comercio en el que me adentré. Lo vi con el ‘rabillo del ojo’, cuando dejaba atrás la bocacalle en la que se encuentra (Ciriaco Garrido, número 2). Es una tienda luminosa, profunda, con un escaparate sencillo que no me impidió ver a través de él qué había en su interior.
Allí me atendió con simpatía Pilar Hernández, la segunda emprendedora que conocí ese día. Sin querer, ya había observado los aceites puros que lucían en perfecto orden sobre las baldas (de coco, de almendras,…), así como las pastillas de jabón que guardan con cuidado unos pequeños cestaños colgados de la pared.
Detalla que siempre ha estado trabajando, que no puede estar quieta, parada…y se le nota en la energía con la que explica que esta tienda, dedicada a la Alta Cosmética Natural, se convirtió en “su ilusión”.
“Tenemos productos muy novedosos, con una mayor composición natural. La gente los conoce y muchas veces tenía que comprarlos por Internet porque no tenían una local cerca para adquirirlos y, por ejemplo, preguntar cuál era el más adecuado para ellos”, explica Pilar. Las cremas (tratamientos faciales, corporales…), por ejemplo, tienen una caducidad más corta porque no llevan los conservantes”, indica.
Me muevo entre la suavidad que ofrecen los productos de sus estanterías: los aceites regeneradores con Rosa de Damasco, sus originales jabones; entre los que descubro los que contienen arena del Mar Muerto o con arcillas. A lo lejos están los perfumes, los champús, las cremas con colágeno marino… Es innegable que la naturaleza está presente en esta nueva franquicia que ha llegado a la ciudad.
Tras salir de Venera Venus, de camino a casa, me detuve ante una de esas tiendas ante las que soñaba cuando era adolescente con ser mayor para ponerme alguno de los modelos del escaparate. Allí compré mi pantalón de los llamados de montar – los ‘pitillos’ de mis 15 años-, así como alguna de mis primeras camisetas ‘de salir’ y después más de una cazadora que hoy conservo. Se trata de Veinte Ans, un local siempre cuidado, que luce nueva imagen.