La sensación en el primer paso al atravesar la puerta es agradable. La amplitud, la luz y un tono rosado en el ambiente se entremezclan en el aire. Así te sientes en la tienda de Tous de Logroño después de renovar su imagen.
Durante una semana los ciudadanos vimos sólo los enormes carteles de la firma que tapaban la esquina del hermoso edificio que alberga el local. El día que desaparecieron, mis pasos me condujeron hasta la entrada. La puerta estaba abierta. Allí me atendió con delicadeza Almudena Martínez Orio, la directora de la tienda. Ilusionada con este cambio -una adaptación a la imagen actual de Tous- también se acercó Lourdes Melguizo, una de las socias de Tous en la capital riojana, junto a Victoria Español.
Contemplé que el espacio era diáfano y en él había varios mostradores entre los que se podía pasear con libertad y disfrutar de los bolsos, de las colecciones de joyería, de los accesorios…
Almudena me enseñó cómo se podían ver las piezas que guardan cajones acristalados, que se deslizan y que permiten que los diseños de Tous sean mucho más accesibles al cliente (alguno ya los observaba cómodamente y al detalle ese día)
Me paré detrás de parte de los escaparates y entonces Almudena y Lourdes destacaron que se habían abierto hacia la calle. Aquellos paneles que interrumpían antes las miradas curiosas desde la calle ya no estaban.
Esta decisión de Tous es un acierto al que otras marcas han sucumbido en los últimos tiempos, porque hacen más visible lo que ocurre en el interior a quienes pasean por delante de sus tiendas.
Me invitaron a acompañarlas al exterior. Antes de entrar me había parecido que algo estaba diferente, pero el cambio es suave, embellece y no se siente como un elemento extraño. Ahora el oso -icono de esta empresa familiar que tiene su origen en el taller de reparación de relojes de Salvador Tous Blavi y Teresa Ponsa Mas– está bajo cada uno de los arcos que enmarcan los escaparates, como si cuidara desde lo alto las piezas que están tras los cristales.
Este oso surgió de la creatividad de la mujer de Salvador Tous Ponsa, Rosa Oriol, tras fijarse en un viaje en un osito de peluche. Ha explicado, en más de una ocasión, que le hizo pensar en “los recuerdos entrañables de la infancia” y nació -como casi todo lo que acaba siendo importante- de una pregunta. El interrogante fue sencillo: “¿Por qué no hacerlo en oro?” Y se hizo. Logroño tiene unos cuantos decorando una de las esquinas más bonitas de la ciudad, la de Vara de Rey 10 con Gran Vía.