Tierra de arcilla, con ese color rojo inconfundible que en algunas zonas de La Rioja explican que el arte salga de las manos y de lo que pisan nuestros pies. Creo que la primera excursión que recuerdo del colegio fue aquella a Navarrete para conocer esa parte de la historia de nuestra región relacionada con la alfarería, la cerámica…En fin, una pedazo de la artesanía a la que de nuevo se le está dando la importancia que merece.
El Mercado Renacentista de San Bernabé atrae a Logroño numerosas formas del arte artesano: sobre plata, sobre madera, sobre piel…Y debería hacernos recordar que aquí durante todo el año podemos disfrutar de esas piezas únicas que se realizan a base de creatividad y de los movimientos exactos de las manos. Como cada año acudí a disfrutarlo. Cuando estoy de viaje me gusta ver también la ‘especialidad’, en este sentido, llevarme un recuerdo, no olvidar en qué son especialistas los artesanos de la región de la que estoy disfrutando. Los mercados, mercadillos…, como queramos llamarlos, son un acicate para los sentidos en esta materia.
Paseando por el mercado protagonista estos días en Logroño, me encontré con un espacio único, mezclada entre los puestecillos estaba ‘La Plazuela de Barriocepo’. La puerta estaba abierta de par en par, recordé después haber visto esta tienda en Facebook, pero antes de eso puse un pie dentro. Me llamaron la atención, al fondo del local, las golondrinas, esas de cerámica. Como suspendidas en el aire, de colores, me invitaron a pasar. Se veía que parte de sus compañeras habían alzado el vuelo hasta las manos de los clientes, habían sido una de las piezas favoritas de la tarde, según me indicaron después.
“Han tenido mucho éxito”, me explicaba Rubens. “Eran típicas de los años 50”, añadió y recordé entonces que en la terraza de mi abuela estaban unas ‘primas hermanas’ colocadas en la pared. Más antiguas, está claro, en mi memoria han estado allí siempre, más realistas y grises, ahora los ceramistas las hacen de vivos colores.
Antes de empezar a hablar con Rubens ya habían captado mi atención otros detalles, los objetos de guarnicionería. Un bolso con un mapa del mundo que no pude dejar de fotografiar. “Lo hice por encargo”, me detalló cuando le pregunté por él. Fue para un amigo que trabaja con tecnología, es para llevar el ordenador (aquel día se lo había prestado como muestra).
Trabajado por fuera y sin que le faltara detalle en el interior. Un compartimento para guardar el cargador, otro para una libreta…lo que su amigo -cliente en esa ocasión- pidió. Al fondo, un bolso con forma de abanico, cinturones…
Al alcance de mi mano un Pinocho de madera, recipientes para cocinar provolone en porciones, huchas de cerdito, azulejos con el número que encontraríamos en una casa (me trasladaron al sur), numerosos objetos que han ido tomado vida desde las manos de Rubens -quien trabaja la piel- y sus compañeras en esta aventura Olga y Sandra, las artistas de la cerámica.
Allí había, y habrá, diseños exclusivos, personalizados y por encargo como reza su tarjeta de visita. El límite, la imaginación.
¡Qué casualidad estar mezclados hoy entre los artesanos!, le dije a Rubens. “Es el mercado quien ha venido a nosotros”, me respondió el con cierto humor, porque desde hace meses ellos levantan la persiana en Barriocepo, 47. “Y el mercado ha guiado mis pasos hoy hasta aquí”, pensé yo. No será la última vez.