Este pasado fin de semana lo he sentido. Era algo que se parecía a la normalidad. Solo la presencia de las cada vez más odiadas (casi tanto como necesarias) mascarillas me hizo pensar que todavía quedaba un trecho por andar. Pero noté más cercana la meta. ¿Ilusión o realidad? Está por ver. Ojalá sea más de lo segundo.

El viernes ya olía a algo distinto. Entrenamientos, previas, búsqueda de equipaciones de juego.

El sábado, la confirmación. El peque, dispuesto para disfrutar toda la mañana del Torneo de 3×3 Minibasket Peñas del Iregua, su primera competición desde antes de la pandemia de coronavirus. Todavía no tiene los 10 años. El bicho se le ha llevado mucho tiempo de poder divertirse con el baloncesto que tiene ganas de recuperar.

Por la tarde, el Torneo Comunidad Autónoma de La Rioja. Reina Yogur Clavijo contra LBC Cocinas.com, con público (restringido, eso sí) en la grada y con un partido emocionante que anima a seguir a ambos equipos. Además, con la satisfacción de ver Lobete, de nuevo, con la afición animando desde la grada. Y en redes sociales y grupos de WhatsApp, muchos mensajes y fotografías de equipos en torneos y partidos amistosos incluso en otras comunidades.

Saber que también la Federación Riojana está a tope de trabajo estos días (y los que le quedan) son buenas noticias porque eso quiere decir que se están poniendo las bases para que las distintas competiciones se pongan en marcha cuanto antes.

Y como colofón, la Supercopa de España, por cierto, con Millán Jiménez disputando unos minutos en la semifinal en la que su Valencia perdió contra el Barcelona. Gozar con una final tan apasionante como la que brindaron el conjunto culé y el Real Madrid era muy fácil, pero eso de ver y oír regocijarse y sufrir a las hinchadas hicieron que me emocionara porque, durante muchos momentos, viví algo muy cercano a la normalidad.