Da gusto ver el esfuerzo realizado por los clubes riojanos por regresar a la normalidad este año de ‘postvacunación’. Con cualquiera que se hable que ame este deporte y que tenga una mínima responsabilidad en alguno de los equipos de baloncesto que se extienden a lo largo de la comunidad se ve con claridad las ganas que existen de recuperar esos días de partido, de nervios, de diversión y sufrimiento. Para ello llevan trabajando durante dos largos años en los que se han perdido jugadores y vocaciones por el camino.
Me dirijo especialmente a los clubes que han vuelto a la carga en categorías interautonómicas. Por fin, parece que esas competiciones interrumpidas, reanudadas, cambiadas en sus calendarios y sistemas de competición, o anuladas finalmente van a tener una continuidad que todos deseaban. Tras el empeño, sacrificio y sudores para encontrar la financiación para cubrir los costes en unos tiempos dificilísimos, toca disfrutar del juego.
Bendita preocupación para los entrenadores de preparar fin de semana sí y fin de semana también cada partido, con sus problemas durante la semana de ausencias, lesiones, enfermedades y circunstancias varias que obligan a alterar planes, a modificar entrenamientos y a darle más vueltas de las esperadas a lo ya planificado.
Llega un año con cifra récord de representantes regionales que ya han empezado a competir en un curso especialmente difícil en lo deportivo porque, entre ascensos, descensos no efectivos, y demás asuntos que han ido cambiando la fisonomía de las ligas, se presentan unas competiciones si cabe más difíciles de lo que esperaban. Ahora bien, la ilusión no se la va a quitar nadie a los nuestros. Todos se merecen la recompensa de disfrutar de un año normal, de gozar con el baloncesto más allá de los resultados. Mi admiración, reconocimiento y mis mejores deseos para todos ellos.