Un teatro. El domingo pasado, el Palacio de los Deportes logroñés lo parecía. Doble sesión de buen baloncesto. Reina Yogur Clavijo por la mañana, Campus Promete por la tarde. En un día frío y gris, una buena solución para ocupar el día, incluso para los no habituales.

Buena entrada en los dos encuentros para lo que vienen siendo los duelos como locales de los dos equipos de cabecera del baloncesto riojano. Dos buenos partidos y dos importantes victorias. Para los de Jenaro Díaz, para salir del fondo de la tabla; para las de César Aneas, para seguir en la parte alta.

Espectáculo en la cancha, silencio en la grada. Lo que suele pasar en un teatro.

Me llama la atención la falta de calor que transmiten los aficionados al baloncesto que últimamente acuden al Palacio a ¿animar? a sus equipos.

Lo del pasado domingo fue significativo. En el del Clavijo costó pero acabó con el público metido y apoyando en el triunfo ante el Marbella. En el del Promete fue hasta raro. Con una primera parte igualada, el despegue en el tercer cuarto incitaba a aplaudir y alentar a las Estebas, Nogic, Geldof y compañía. Pero apenas se sentía calor desde la grada.

El deporte despierta pasiones. Las bajas y las altas. Y los aficionados son fundamentales. En baloncesto, el sexto elemento. Ojalá acudiera más gente al Palacio pero, sobre todo, ojalá disfrutemos de los nuestros apoyándolos, no aplaudiendo solo al final del partido, como en los teatros.