El Zalgiris, después de un preocupante 0-8 de partida en la Euroliga, pierde en la competición local contra el Lietuvos Rytas. Cientos de aficionados esperan a los jugadores y al cuerpo técnico para animarles y mostrarles su apoyo. Sin reproches.
Ricky Rubio, después de completar su partido más brillante en la NBA, reflexiona: «Con 15-20 años el baloncesto lo es todo. Luego van pasando los años y ves que hay más allá. Llega un momento donde encuentro que yo personalmente veo que estoy madurando y que no es el fin del mundo perder un partido y tampoco es el éxtasis ganar uno».
Los dos vídeos se hacen virales. Porque es más habitual en el deporte los dramas en la derrota y la euforia desmedida en los triunfos. Porque, la mayoría de las veces, los aficionados centramos nuestras propias esperanzas en los éxitos ajenos.
Los aficionados de Kaunas, cuna de Arvydas Sabonis, demostraron que los amores deportivos deben ir más allá de los buenos momentos y, sobre todo, de los malos. Porque lo más normal en el deporte es perder y hay que aprender a disfrutar de los nuestros, pase lo que pase.
El base español de los Cavaliers ofreció una lección vital para aprender a relativizar el triunfo y la derrota, incluso cuando se es profesional, porque solo así se puede disfrutar del lujo de poder vivir gracias al deporte que amas y, a la vez, apreciar todo lo verdaderamente importante que hay fuera de él.