El mejor espectáculo del mundo. Llámenme pesado, repetitivo, cansino… incluso, canso, que es mucho más riojano. Pero no hay otro evento deportivo en el mundo a la altura de la Copa del Rey de baloncesto. Ríanse de la Super Bowl. Mucho larala, poco lerele. Nuestra copa es mucho mejor. De aquí a Lima.
Esta vez toca en Granada. Ciudad de baloncesto. Allí jugó España la primera fase del Mundial de 2014. Cómoda para los jugadores, espectacular para las aficiones. Qué envidia y tristeza me da no volver a vivir ese fantástico ambiente en los bares de alrededor del Palacio Municipal de Deportes granadino, junto al Nuevo Los Cármenes. Españoles, serbios (qué grandes, enormes, los hinchas serbios), franceses, brasileños, iraníes y egipcios. De todo se veía en las tascas, tabernas y en las calles que rodeaban el recinto deportivo. Todo con un buen ambiente sensacional.
Pues todo esto y mucho más es la Copa del Rey de baloncesto. Yes que el torneo del KO genera un buenrollismo tremendo, excepcional para aquel que no lo haya vivido nunca. Ocho aficiones juntas. Animando a los suyos cuando toca, aliándose con otras cuando su equipo ha caído, disfrutando juntos sin malos rollos. Toda la ciudad se impregna de baloncesto, con torneos de 3×3, la Minicopa, la Fan Zone… ¡¡¡Qué envidia!!!
Los clásicos con la aspiración y casi la obligación de ser campeón, como Real Madrid y Barça, incluso el Valencia Basket. Y otros con la ilusión de dar una sorpresa mayúscula y, sobre todo, de disfrutar del mejor baloncesto en el formato ideal. Hasta la NBA quiere copiarlo. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
La respetada afición del Juventut, la de un Manresa que ya no recordaba la última vez que lo vivió como protagonista, los siempre divertidos ‘pío pío’ de los canarios del Tenerife, los sorprendentes Murcia y Breogán. Todos juntos, todos gozando. ¡¡¡Qué envidia!!!