Uno pensaba que eso de la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional era una rancidez más de la Oprobiosa, pero resulta que la promoción institucional de festejos perdura en nuestros días. Una de las últimas manifestaciones de «regocijo dispuesto para que el pueblo se recree» (‘fiesta’ según el DRAE) incorporadas al catálogo es la ritual autoflagelación dorsolumbar con resultado de sangría que un cortejo de varones en capirote se propinan ante el respetable por las calles de San Vicente de la Sonsierra en Semana Santa. En realidad esta presunta fiesta sólo ha ascendido de categoría, dado que militaba en Interés Regional preferente, y ya que en La Rioja no tenemos un equipo de balompedistas en Primera tengámoslo al menos de disciplinantes, que no sudarán la camiseta pero hay que ver cómo ensangrientan el sayón. En todo caso este ascenso de los célebres picaos no debe extrañar en un país cuya Fiesta por antonomasia consiste en la cruel y cruenta pasión y muerte de seis nobles animales para diversión de lo más selecto de su sociedad. Desconozco si en la Roma de Nerón existía el Interés Turístico Imperial pero seguro que fiestecitas de la época tan hemorrágicas como la despiadada lucha a muerte de los gladiadores, la combustión nocturna de crucificados o el devorado de seres humanos por fieras atraerían mucho bárbaro a los tendidos. Lo cierto es que en el siglo XXI la sangre borbollando de carne picada continúa siendo un eficaz reclamo para el espectáculo popular en este rincón del antiguo Imperio. Personalmente me conmueven más los estertores de los pobres toros en la fase terminal de su lidia que los madejazos de los sonserranos, pues estos se castigan el morrillo porque quieren, mientras que a los desdichados morlacos los pica un señor con sobrepeso desde lo alto de otro sufrido cuadrúpedo. Hace dos mil años los romanos aplaudían el martirio de cristianos. ¿Cuántos tendrán que transcurrir para que los cristianos dejen de jalear la tortura de animales? Si el asunto es no perder señas de identidad, pues que se siga considerando fiesta nacional la corrida. Pero la otra, claro. A esa la declararían de Interés Mundial.