>

Blogs

Fernando Sáez Aldana

El bisturí

La razón de la sinrazón

 

Pocas experiencias vitales generan más tensión emocional que la muerte de un ser querido, la pérdida del empleo o el fracaso de la pareja (la cancelación del vuelo vacacional, quizás). La reacción a estos malos tragos atraviesa cinco fases bien conocidas: negación, ira, negociación, desánimo y resignación. La segunda es la de la rebelión, la lucha y la búsqueda de culpables, y es bajo este cabreo rabioso y ciego cuando las personas en conflicto cometemos desafueros añadidos. Cuando los deudos del difunto culpan al hospital de su muerte, los cónyuges se reprochan mutuamente el fracaso de su convivencia o las víctimas del ajuste empresarial o de la subida del gasóleo la emprenden con el prójimo cortándoles el paso porque les sale de los altos hornos o de las cartolas del tractor (o del tren de aterrizaje). Es la fase más dura, la de la crispación agresiva y el todo vale, incluso joder a los demás para que se enteren de que a uno lo están jodiendo, como si ser o sentirse víctima de una injusticia otorgase licencia para cometer otra aún peor. Hace no mucho fui testigo de un ejemplo. Una señora bloqueada en su coche por una manifestación suplicaba que la dejaran pasar porque llegaba tarde al trabajo, pero uno de los tipos que así protestaban porque podía quedarse sin el suyo le contestó que eso a él le importaba tres cojones y que por allí no pasaba ni Dios. Seguro que no se comportaría de modo tan borde sin un buen motivo, pero ¿qué sería de esta sociedad si a todo individuo golpeado por la adversidad le diese por cruzar su coche en medio de la vía pública sacándoles a los afectados el anular empalmado por la ventanilla? Dado que a todos nos toca sufrir alguna vez, ¿qué pasaría si cuando nos llegase el turno todos nos desahogáramos pisoteando los derechos de los otros con el nuestro al pataleo? Pues, por ejemplo, que cuando la susodicha señora enviudara, se divorciase o la despidieran (o la dejasen tirada en tierra) podría cortar el tráfico en hora punta hasta que le saliera de alguno de los tres ovarios que le importará lo que les suceda a los conciudadanos cuyo apoyo y comprensión pretende obtener absurdamente con su gesto. Y disfrutando, además, de la contemplativa tolerancia que la autoridad suele ejercer ante las sinrazones que solemos cometer cuando nos creemos con toda la razón. Olviden abrocharse el cinturón o hablen por el móvil mientras conducen y se les caerá el pelo, pero quemen neumáticos en plena carretera nacional (o invadan la pista de un aeropuerto) y verán cómo no les pasará absolutamente nada.

Temas

Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.