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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Bicefalia

Una niña indonesia ha nacido con dos cabezas. La foto del bebé, impactante, inspira una mezcla de repugnancia y fascinación porque, para quienes sólo transportamos una sobre los hombros, un ser humano bicéfalo es un error del desarrollo, un feto malformado, un horrible monstruo. Y ante tal anormalidad nuestra sociedad reacciona planificando uno de sus remedios favoritos contra los presuntos desórdenes de la naturaleza: la intervención quirúrgica. Cuando la niña crezca lo suficiente, un impresionante equipo disector procederá a rebanarle uno de los cuellos entre debates morales y dificultades anatómicas, y cuando la pequeña luzca sólo ya un par de pendientes el mundo respirará de alivio. Pocos, sin embargo, se habrán parado a pensar en las ventajas que ofrece la bicefalia. Una persona con dos cerebros trabajando a turnos no descansaría jamás y sería invencible en todos los campos de batalla que la vida le depara: la familia, la escuela, la empresa, el equipo, la residencia. Mientras los limitados unicéfalos descansaran, el bicéfalo continuaría estudiando, maquinando, produciendo, ganando. Un individuo con dos cabezas siempre sería el número uno porque aunque una de las dos quedara fuera de combate por sueño, estupor o jaqueca la otra permanecería alerta y pondría a su hermana al corriente de todo al darle el relevo. Un bicéfalo, de hecho, viviría el doble, estudiaría dos carreras, podría seguir razonando aunque se le fuera una de las dos ollas, duplicaría su renta per cápita, jamás se sentiría sólo y si delinquiera ningún juez sabría cuál de las dos mentes decidió hacerlo. Seguro que, si dejasen en paz a esta niña y llegara a reproducirse, tras un siglo de evolución todos bicéfalos; menuda mejora para la especie. Aunque en estos raros casos, al parecer, sólo una de las cabezas está conectada al estómago compartido a través de su propio tubo digestivo, lo cual le confiere automáticamente la hegemonía porque es la que decide cuándo y qué se come y se bebe. Así que cada vez que surgiera una discusión sobre el turno de vigilia, el programa de la tele o la ropa o el peinado, la cabeza nutricia impondría su ley digestiva y la otra acabaría sometida y relegada a la vicefalia. Casi mejor que le arranquen uno de los cocos a Syafitri, la niña indonesia. Porque, encima, la cabeza con cuello permeable es la única que puede roncar. Imaginarse lo atroz de una noche en vela por los ronquidos de la maldita cabeza de al lado, que encima te ha obligado a cenar pochas con anguila, sin poder estrangularla mientras duerme porque además de un asesinato sería un suicidio.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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