>

Blogs

Fernando Sáez Aldana

El bisturí

La gente

Curioso concepto éste de «la gente». El diccionario lo define como «pluralidad de personas» y «cada una de las clases que pueden distinguirse en la sociedad». Así, hay gente de bien, gente de dinero, gente guapa, buena y mala gente, gente menuda, gente de paz, de pluma, gentuza Pero, ¿quién forma parte de ese colectivo indefinido de personas a las que con frecuencia nos referimos como «la gente», a secas? A falta de rigurosos estudios antropológicos que lo aclaren, no queda más remedio que echar mano del uso coloquial del término. «La gente no tiene un duro», por ejemplo, acostumbran a decir quienes fabrican o venden cosas cuando el negocio flojea. «La gente está muy cabreada», a su vez, es el argumento que suelen esgrimir otros para presionar a su interlocutor (un superior de la gente, por regla general) cuando las cosas no le van como a él le gustaría. «Qué se habrá creído la gente» es la clásica protesta de quien pasa varias horas al día cara al público tras recibir alguna impertinencia de calado superior a la media. El caso es que la gente suele afirmar con frecuencia cosas como «la gente es muy egoísta», «la gente da por saco», «estoy hasta las narices de la gente», «es que la gente está harta» o cosas por el estilo, y quizá sea éste un término que nos hayamos inventado para manipular a los demás a nuestra conveniencia. La gente, o sea nuestros semejantes, es lo que nosotros queremos que sea, piense, desee y sienta, como una forma de proyectar nuestro propio estado de ánimo en la sociedad para que regrese a nuestra conveniencia como un bumerán pasado por la masa. Así, cuando decimos que la gente está hasta los huevos, colgantes o intramuros, en realidad queremos decir que lo estamos nosotros; cuando aseguramos que la gente no sabe lo que quiere, probablemente estemos manifestando nuestra propia inseguridad, y cuando concluimos que la gente es como es, será como somos. Claro que cuando emitimos juicios negativos sobre la gente afirmando que es impresentable, o una manada de borregos, o una vergüenza, jamás nos estaremos incluyendo en el colectivo, faltaría más. Sin embargo, la gente que considera odiosa a la gente por fuerza merecerá idéntica consideración por parte de la gente, así que todos somos censurables para los demás pero nunca ante nosotros mismos. Los sociólogos explicarán que este fenómeno se debe a una mezcla de aversión a la humanidad y falta de autocrítica, pero a mí se me antoja una explicación mucho más sencilla: la gente, amigos míos, es la reostia.

Temas

Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.