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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

El enfermo imaginario

No me refiero al personaje de Molière sino a cualquier víctima de Los inventores de enfermedades, como los denomina Jörg Blech en su impactante libro y en su no menos demoledora secuela, La medicina enferma, donde este redactor científico alemán desveló el fabuloso negocio que las grandes empresas farmacéuticas obtienen con la venta de medicamentos destinados a combatir las enfermedades que ellas mismas contribuyen a crear y propagar con la inestimable colaboración de investigadores sesgados, catedráticos mercenarios, políticos demagogos, médicos sucumbidos y suplementos dominicales. Entre estas falsas enfermedades destacan dos: la «tensión» y el «colesterol» (elevados, se entiende). El proceso de elaboración de estas y otras pandemias de diseño comercial es calcado: gigantes de la investigación y fabricación de fármacos (los Big Pharma) patrocinan ensayos clínicos y reuniones internacionales de autoridades científicas y sanitarias de las que surge por consenso una cifra arbitraria a partir de la cual se considera anómalo un parámetro corporal. Ejemplo: un análisis del colesterol sanguíneo en 100.000 alemanes sanos arrojó en la mitad de ellos un cifra superior a los 250 miligramos por decilitro. No obstante, un encuentro de «expertos» patrocinado por un lobby de intereses privados estableció arbitrariamente en 200 el límite tolerable a partir del cual el individuo, ya transmutado en paciente, presentaba riesgo de enfermedad cardiovascular, lo que convirtió de golpe a cientos de miles de personas sanas en enfermas. Es decir, en consumidores de por vida de las caras pastillas que mantienen a raya el colesterol bajo el nivel de «normalidad» fijado por los campeones de sus poderosos fabricantes. Pero la medicalización de la sociedad (o conversión de procesos normales de la vida o problemas personales y sociales en problemas médicos) va más lejos. La tensión emocional, el cansancio, la excentricidad, la calvicie, el duelo, la timidez, la inapetencia sexual, el aburrimiento, la vitalidad infantil, el envejecimiento óseo, la tristeza, la gestación, el temor, la barriga o el chocheo han dejado de ser condiciones inherentes al ser humano para convertirse en crisis de ansiedad, fatiga crónica, personalidad antisocial, alopecia, trastorno de adaptación, fobia social, disfunción sexual, síndrome de hiperactividad, osteoporosis, depresión, embarazo de riesgo, ansiedad, sobrepeso y disfunción cognitiva. El resultado es un sistema que dilapida billones en diagnosticar y tratar de lo que sea a individuos sanos que acaban muertos de miedo a enfermar y morir. Chemendo.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.