Descansar por la noche no es un derecho. Es mucho más que eso. Dormir es una necesidad fisiológica del ser humano tan básica como respirar u obrar y la falta de sueño reparador ocasiona un trastorno caracterizado por fatiga, somnolencia, irritabilidad, ansiedad, bajo rendimiento, mayor riesgo de accidente e inapetencia sexual. Algunas causas de insomnio son difíciles de evitar pero otras no y a una de éstas me referiré. Se trata del alboroto callejero concentrado en ciertas zonas de la ciudad que la juventud acostumbra a tomar (en todos los sentidos imaginables de la palabra) sobre todo los fines de semana por la noche. Aún admitiendo que cada cual hace con su tiempo y su cuerpo lo que más le plazca, y que lamentablemente esto pueda consistir en trasnochar hasta el amanecer aguantando a base de alcohol y gamberra expansión, el alcance de un derecho individual termina donde comienza otro. Y dormir por la noche, insistamos, es además una necesidad vital. Ya se ve que para algunos también lo es beber hasta el embrutecimiento o vociferar a la intemperie, pero la diferencia es que esto puede hacerse en un descampado o en un polígono industrial, mientras que las alcobas de quienes pretenden descansar por la noche dan a las calles convertidas en inmensas cuadras multiuso: abrevadero, meadero y berrea. ¿Imaginan la existencia de comandos de vándalos introduciendo la cabeza de pacíficos ciudadanos en una bolsa de plástico para impedirles respirar o taponándoles el ojo sin ceja con un corcho para prohibirles excretar? Claro que no, pero en cambio por el casco antiguo campan por su faltas de respeto hordas organizadas de alborotadores que impiden la satisfacción de otra necesidad tan básica como aquéllas. Que en Logroño tenga que organizarse una asociación ciudadana denominada Queremos dormir para hacer frente a los ladrones de sueño es un escandaloso síntoma de desesperación ante una situación vergonzosa: la impune violación sistemática de una actividad tan necesaria como el descanso nocturno de unos ciudadanos por otra tan superflua como la diversión de otros. Si tolerar es permitir lo que se podría prohibir ya es hora de que la autoridad municipal deje de tolerar esta lacra social dictando la norma que la imposibilite y destacando los medios que obliguen a cumplirla. Yo que los Queremos dormir promovería la desobediencia civil no pagando los impuestos locales (de donde salen los sueldos municipales) mientras tuvieran que soportar la escandalera nocturna. Sin miedo. Ya ven que a los que incurren reiteradamente en desobediencia incivil no les sucede absolutamente nada.