El domingo que viene los riojanos estamos convocados a participar en el proceso electoral del que saldrán el gobierno de nuestra región y el concejo de nuestro pueblo. La verdad es que no hay mucho donde escoger porque siempre se presentan los mismos. Y si bien esto no es culpa suya, frente a estos partidos políticos, organizaciones férreamente estructuradas hasta la anquilosis en torno al famoso aparato que todo lo decide y controla, y que se comportan más como empresas en despiadada competencia que como diferentes opciones de representación de distintas voluntades ciudadanas, se echa en falta la irrupción de nuevos grupos con caras nuevas e ideas frescas que se ocupen de los asuntos más cercanos a los ciudadanos y sin vocación de perpetuarse en el poder. Que se disolvieran, incluso, una vez alcanzados sus objetivos o si fuesen incapaces de ello. Pero, como suele decirse, con estos bueyes hay que arar y lo que debemos hacer todos el domingo es ir a votar. Pues con todas sus imperfecciones el actual régimen democrático es lo mejor que hemos tenido en cinco siglos y votar masivamente, aunque sea a estos bueyes, es el mejor modo de afianzarlo y robustecerlo. Votar, teniendo claro que se trata de elegir parlamento regional y ayuntamiento, y no otra cosa. Lo que los partidos nacionales y sus líderes hayan hecho o dejado de hacer en el gobierno de España y su oposición no ha de tenerse en cuenta. Lo suyo sería repasar el programa electoral de la anterior campaña y comprobar si quienes ganaron cumplieron su palabra; juzgar y valorar lo que hayan hecho o dejado de hacer tanto los que han gobernado como los que no; examinar y comparar los programas de la actual convocatoria, y todo ello sin caer en la estrechez de miras teniendo en cuenta sólo cómo le haya ido durante los últimos cuatro años a nuestro portal, nuestra calle o nuestro barrio sino a toda la localidad, ni a nuestro pueblo o a nuestro valle sino a toda la Comunidad. Lo contrario, es decir, votar como represalia a la política antiterrorista del gobierno central o como pataleta por las obras de la Gran Vía, sería emitir un voto contaminado. La reflexión del sábado debería consistir en una doble mirada: hacia atrás, valorando si se han hecho las cosas mal, regular o bien, y en este caso si se podrían haber hecho mejor aún, y hacia delante, considerando a la luz de las propuestas concretas de los candidatos, y no de nebulosas intenciones, quiénes parecen más capaces de mejorar lo presente en el próximo cuatrienio. Y ahora me van a perdonar pero si no me la sujeto con las dos manos se me va a dislocar la mandíbula de la risa.