Como vecino de la logroñesa avenida de Madrid leí con especial interés un reciente reportaje que diario LA RIOJA dedicaba a los atascos de vehículos que allí se forman en las horas punta pero sobre todo antes de las nueve de la mañana, cuando la cola se alarga desde la gasolinera hasta la farmacia. Es éste el único acceso a la ciudad para miles de familias que vivimos en esta parte de Logroño y en municipios como Lardero entre otros, en espera de que eternos proyectos como la prolongación de la avenida de la Sierra y nuevas rotondas de conexión permitan escapar de la ratonera. Bien, pues preguntado el portavoz del equipo de gobierno municipal por una posible solución, sentenció tajantemente (sic): «¿A corto plazo? Yo no veo ninguna». Y se quedó tan ancho, aunque esta inaceptable respuesta le parezca al reportero “todo un alarde de sinceridad digno de aplauso”, pues los ciudadanos afectados por problemas aplaudirán antes a las autoridades que busquen y a poder ser encuentren soluciones que a las que reconozcan abiertamente su incapacidad, por inusual y loable que sea tal gesto en política. Pero lo peor llega cuando el Sr. Urquía espeta algo molesto (sic también) que «cuando alguien opta por irse a Lardero trabajando en Logroño, debe saber que como poco le tocará ir y venir cuatro veces; por tanto, que no pidan soluciones a otros cuando el problema ha sido creado por una decisión personal suya propia». O sea, que si a pesar de currar y/o estudiar sus hijos en Logroño usted tuvo la ocurrencia de irse a vivir a Lardero (o a Villamediana, Alberite, Nalda, Albelda o Casadios de Cameros) en lugar de comprar piso en el Espolón, Gran Vía o Vara de Rey, se joda aguantando la cola que ha contribuido a crear. Para el portavoz, además, la culpa de la parálisis de la Sierra la tiene el mismo Gobierno de La Rioja al que acusa de injerencia en asuntos municipales cuando mete las narices en otras partes de la capital. Y que esa mierdilla de rotonda pomposamente denominada glorieta de Sequoias precise ¡siete meses! de obras se debe a las inclemencias del tiempo y a problemas con un tendido telefónico. O sea que, según la voz de su Ayuntamiento, la culpa de las desesperantes retenciones la tienen gobiernos obstructores, ciudadanos centrífugos, pertinaces chubascos y cables entrometidos, imaginamos que de dimensiones transoceánicas. Cualquier cosa menos la gestión de ediles que no ven “ninguna” solución a un problema del que responsabilizan a quienes lo soportan a diario y regañándolos encima. Desde este desatendido sector de la ciudad les pido que se pongan las pilas y si ni así se les encendiera la bombilla quizá la mejor decisión personal suya propia que algunos podrían tomar para conseguirlo sería dejarlo y marcharse a su casa. Dicho sea por un vecino de Logroño tan privilegiado que trabaja en Lardero y hace el camino andando, insensible ya al cotidiano espectáculo de cientos de larderanos y surlogroñeses chupándose su propia cola en sentido contrario.