El asunto del calendario de 2010 editado por el Ayuntamiento de Logroño me inspira varias reflexiones que les participo a renglón seguido.
Primera. El revuelo político-mediático por la inclusión sobre todo de efemérides musulmanas en el almanaque (hermosa palabra hispanoárabe en desuso) se produjo un mes después de traérnoslo a casa sin percatarnos nadie.
Segunda. Un calendario laico no está obligado a reflejar el santoral católico. El 9 de junio, por ejemplo, está señalado como “Día de la Rioja” y no como San Primo y San Feliciano sin que nadie se escandalice farisaicamente, como no pasaría nada por denominar sólo “Día de la vendimia” al 21 de septiembre en perjuicio de un evangelista ajeno a una ciudad cuyo fervor religioso hacia él es inexistente.
Tercera. El Ayuntamiento ha de representar a todos los ciudadanos sea cual fuere su religión y por tanto, independientemente de su censo, debería reflejar otras festividades distintas de las católicas o no recordar ninguna. Así que me parece buena idea incluir en el calendario fiestas como la del Cordero (riojanícese como del Lechazo si se prefiere o inclúyase la del Rostrizo para compensar) porque nuestros convecinos musulmanes se sentirán más logroñeses y porque los cristianos viejos no necesitan ningún calendario para saber que el 12 de octubre es “el Pilar” (que es una pilastra) pero sí, quizá, para tomar conciencia de que no están solos en la ciudad. A algunos se les llena la boca hablando de integración de los inmigrantes pero cuando se da un paso en tal sentido corren a desempolvar los pendones de las Navas de Tolosa (o de Clavijo sin ir tan lejos).
Y cuarta. Lo que sí me ha indignado del asunto ha sido la furibunda repulsa al calendario declarada incluso en medios que no emiten desde la caverna, tertuliando de oído y sacando las cosas de contexto, en uno de los cuales llegaron a llamar tontos a los ediles y “supercretino” al alcalde. Como ciudadano logroñés me siento tan insultado como ellos y les felicito por su valentía al editar un calendario como éste y por su impagable campaña de promoción de la ciudad en vísperas de concederse la sede de la copa Davis. Es más, les animo a enriquecer sucesivos almanaques haciéndose eco de otras señas de identidad tan logroñesas como el Día en que el Multacar se puso las botas en República Argentina, Otro Finde de Insomnio en el Casco Viejo, la Semana en la que los Perros siguieron Meándose por Doquier, el Chimesche en que Tampoco se Soterró la Vía o el Año jubilar de los que no creemos en Vírgenes ni en Profetas y no nos rasgamos las vestiduras por lo que ponga o deje de poner en un puñetero calendario.