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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

El nervio del gusto

Hace ahora un año esta columna se hizo eco de las estupefacientes subvenciones concedidas por el autodenominado Ministerio de Igualdad a asociaciones feministas del más variado pelaje. Como a fecha de hoy la inservible cartera ministerial de la Sra. Aído continúa existiendo y dispone de un presupuesto que ha de gastar, el BOE publicó anteayer las nuevas mamandurrias con que el Instituto de la Mujer contribuye al activismo de su clientela feministoide bajo la tapadera de “investigaciones relacionadas con estudios feministas, de las mujeres y del género”. Gracias a la crisis, el monto de las pagas se ha reducido a un tercio del reparto de 2009, pero la temática de las nuevas investigaciones subvencionadas con dinero público supera lo imaginable. Valgan como muestras “La construcción cultural del tiempo desde la perspectiva de género: de la conciliación a la corresponsabilidad” (50.000 euracos), “Corresponsabilidad antes y después del nacimiento del primer hijo en España” (ochos 50.000) o “Topografías domésticas en el imaginario femenino. Una visión comparativa, transnacional y hemisférica” (se lo juro: 15.107), aunque el espasmo alcanza su clímax con la concesión de 26.597 euros para la “Elaboración de un Mapa de Inervación y Excitación Sexual en Clítoris y Labios Menores”. Pero lo que me subleva no es, fíjense, que con las carencias sociales y el déficit que padece este país siga malgastando el dinero en chorradas (coñadas en este caso) como ésta. Ni que, tratándose de un Ministerio que propugna la igualdad, el dichoso mapa excluya el Glande o el Escroto. Es que, miren, la vulva humana y sus aledaños están inervados por el nervio pudendo (popularmente “nervio del gusto”), que se origina en las raíces S2, S3 y S4 del plexo sacro y que es igualitario a más no joder porque en el varón inerva también lo que son el pene y su mendruguero. Y en lo respective a la excitación sexual de los genitales externos femeninos, se conocen mayormente tres modalidades técnicas: la vibratoria o analógica, la digital y el restregón. Ésta última tiene el inconveniente de precisar el concurso de otro mapa contra el que refregarse, la primera requiere un ruidoso aparatito que consume pilas y la segunda, además de accesible, silencioso y ecológico, está al alcance de cualquier bolsillo. Ya está hecho el estudio, que ofrezco desinteresadamente al Instituto de la Mujer por si estuviera a tiempo de ahorrarse 26.597 euros para que le cuenten esto mismo en un tocho ilustrado con bibliografía y repartirlos, se me ocurre, entre los millones de españolas que malviven bajo el umbral de la pobreza, seguramente con los nervios para pocos gustos.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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