En 1978 un artista de San Francisco llamado Baker inventó la bandera arcoíris del llamado orgullo gay. Inicialmente constaba de ocho franjas horizontales que simbolizaban sexualidad (rosa), vida (rojo), curación (naranja), luz solar (amarillo), naturaleza (verde), magia (turquesa), serenidad (azul) y espíritu (violeta). Pronto se caería el rosa (al parecer por falta de género de ese color) y más tarde el turquesa (no quedaba bien pegada en las farolas, se conoce), y así desprovista de magia y sexo es como enarbolan hoy en día su enseña lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de todo el mundo en pro de su reconocimiento y defensa de sus derechos. Casualmente, en el mismo 1978 se diseñó la bandera de la Comunidad Autónoma de La Rioja, la cuachicolor o “roblanvera”, acrónimo con las iniciales de sus franjas roja, blanca, verde y amarilla, cuya explicación oficial invoca elementos descriptivos del terruño: vino, cielo y ríos, todo lo que es verde (monte, huerta, campo, bosque) y tierra y monumentos, respectivamente.

Pues bien, treinta y dos años después de su aparición a ambos lados del firmamento vexilológico, ambas enseñas han entrado en conjunción pajiniana con la entrega de una bandera autonómica por el presidente riojano al colectivo GYLDA para su exhibición en la exhibición del sábado, al tiempo que el alcalde logroñés izaba la arcoíris en el Ayuntamiento como gesto de apoyo institucional al colectivo. Dado que la única franja que no comparten ambos pendones es la blanca (el color de la pureza, la rendición, el folio virgen o los polvos talco), incorporándola a la arcoíris resultaría una bandera tan completita que lo mismo serviría para expresar el orgullo transexual, riojano, burundés o del club náutico de Vigo. Y, además de representar al respetable colectivo de personas con orientación sexual diferente de la única que, al parecer, no enorgullece a sus practicantes, serviría como estandarte (por allí) a otros grupos sociales aún no constituidos en lobby pero necesitados cuando menos del mismo afecto oficial como amas de casa, parados, pensionistas míseros, jóvenes mileuristas, pequeños comerciantes en apuros, impagadores de hipoteca, víctimas de desamor, cáncer, pobreza o infelicidad y tantos otros que no pueden sentirse orgullosos de casi nada. Como mucho, de las hazañas deportivas de españoles, que propongo exteriorizar colgando en el balcón la bandera polivalente “Alpino” (por el entrañable estuche de pinturillas), ya que contiene el amarillo y tanto el rojo como el morado, de manera que todos, partidarios de la estanquera o la republicana, tan contentos.