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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

La cabra Paca y otros esperpentos

Cuando cedan los narcóticos efectos del chute social y se agoten la los sonrojantes elogios hacia la mayor gesta hispana desde el Descubrimiento; cuando remita esta demencia colectiva del balompié y España vuelva a ser la que era antes de “conquistar el mundo”, una potencia media inmersa en una crisis económica, laboral, social, institucional y territorial que está desestabilizando a uno de los Estados más antiguos y prestigiosos del planeta Fútbol, tocará sofocar la retórica hiperbólica, recoger las banderitas, apretarse los machos y trabajar duro para salir del hoyo. Y, tras el asombroso descubrimiento de que animales tan descolgados en la escala evolutiva como un molusco cefalópodo (el pulpo Paul) o un reptil saurio (el cocodrilo Henry) pueden escoger infaliblemente la opción acertada entre dos contrarias, como contribución a la campaña “esto-solo-lo-arreglamos-entre-todos.org” (después-de-haberlo-jodido-entre-unos-pocos.coñ) propongo dotarnos de un oráculo propio, reclutado entre los súbditos de nuestro reino animal. Descartados otros bichos como el toro, el cerdo, el pollino o el violento de género, servidor pondría al frente de la toma de las grandes decisiones nacionales a otro mamífero doméstico de pelo corto, cuernos esquinados, cola corta y perilla larga: una cabra, a la que bautizaría con el castizo nombre de Paca. Serviría para el puesto cualquiera de las cabras jubiladas del declinado espectáculo callejero de zíngaro, trompeta y escalera, tan avispadas ellas, pero mi candidata sería la famosa cabra de la legión, por la inequívoca decisión que demuestra encabezando desfiles de aguerridos soldados que la siguen al trote ligero sin chistar. Debidamente entrenada frente a dilemas menores, la cabra Paca podría estrenarse en vísperas de las próximas elecciones generales: se la coloca frente a dos letreros electorales de PSOE y PP y el primero que se coma será el seguro ganador de los comicios. De este modo, los políticos se ahorrarían el esfuerzo de la campaña electoral y los ciudadanos costearla. Imaginen el conflicto que hubiera evitado la cabra adivina de haberle planteado hace cuatro años la constitucionalidad del nuevo Estatuto catalán antes de promulgarlo, refrendarlo y desarrollarlo. Tanto si se hubiera tirado al letrero del “no” como al del “sí”, no se hubiese llegado a esta grave situación de división, ruptura, desacato y, lo que es peor, enfrentamiento civil. Antes de tachar mi propuesta de esperpéntica, analicen esto: un ex ministro del gobierno de España, nombrado presidente de su comunidad autónoma por el Rey en el BOE, desafía a la más alta institución judicial del Estado encabezando una manifestación de separatistas, hijos a su pesar de una España a la que llaman “puta” en sus pancartas, mientras su ex jefe, aún presidente del gobierno de la odiada Espanya, le promete echarle una mano para burlar la sentencia con apaños legales que desbrocen la senda de la secesión. A ver si tal desatino no es más grotesco y descabellado que lo de la cabra. Con la diferencia de que ésta sólo es una ocurrencia inofensiva y lo otro una tremenda realidad que amenaza el mayor logro de la transición democrática: la convivencia entre todos los españoles.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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