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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Escoria

Ya imaginaba que sería como aventurarte en el retrete de la tasca más inmunda sabiendo que sólo encontrarás mierda. Pero quise hacerlo, así que tras meterme un primperán y taparme la nariz con una pinza me introduje vía gúguel en esa letrina mediática del llamado mundo abertzale que es el diario Gara (“somos”, en vasco) tras la detención del valiente gudari que presuntamente asesinó con toda su sangre fría (característica de los reptiles) a Joseba Pagazaurtundua mientras desayunaba el 8 de febrero de 2003. La víctima había sido jefe de la policía municipal de Andoain, cuyo alcalde y sus compinches de Euskal Herritarrok se negaron a condenar el atentado contra su antiguo servidor público en el pleno municipal convocado para ello. Pero Pagaza era natural del mismo Hernani donde vivía su presunto asesino Gurutz Aguirresarobe, tras cuya detención la actual alcaldesa, un marimacho condenado por enaltecimiento del terrorismo (pidió un aplauso para los terroristas de la T-4), prestó la sala de plenos y su apoyo personal a familiares y simpatizantes, pero no del asesinado sino del probable asesino. La podredumbre intelectual y miseria moral de los que alientan al verdugo en vez de a las víctimas no debería sorprenderme a estas alturas, pero las imágenes del acto de apoyo a un presunto cobarde asesino en el ayuntamiento hernaniarra volvieron a impactarme, y mi interés casi zoológico por saber algo más sobre el comportamiento de estas ratas me llevó a internarme en su cloaca. Allí, en las páginas del periódico proetarra, es donde la infamia fascioterrorista adquiere la apariencia de medio de comunicación, la apología del terror de crónica informativa y la colaboración con el crimen organizado de análisis político. Donde se califica a la brillante acción policial de “operación de propaganda”, “acción desproporcionada” falta de “deontología” y “tortura sicológica”, y cuya única preocupación editorial tras la detención era el posible agravamiento del reuma de la presunta cómplice del pistolero, pobre chica. Las insinuaciones de tortura física a los detenidos resultan especialmente nauseabundas si se piensa en la tortura real de una madre, una hermana, unos hijos y una esposa brutalmente privados de su ser querido mientras el canalla que se lo cargó goza de esa impunidad que Maite Pagaza considera lo peor de todos y que, me pongo en su lugar, debe de ser como si te lo volvieran a matar cada nuevo día sin justicia. Ni una palabra de consuelo a las víctimas. Ni una sola de condena del asesinato o de enhorabuena por el triunfo de la ley sobre el crimen . Gara. Somos. No dicen qué, pero ya se lo digo yo: escoria. Eso es lo que son.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


agosto 2010
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