Como buen jacobino me encanta Francia y no sólo admiro al gran país vecino sino que hasta lo envidio. Una nación es hija de su geografía, y Francia lo tiene todo. Rin, Alpes, Mediterráneo, Pirineos y Atlántico limitan ese inmenso vergel regado por cien Ebros. Sociopolíticamente, la diversidad también es grande: marselleses, alsacianos, bretones, corsos, occitanos, martinicos y hasta vascos conviven en una sola nación fuertemente centralista sin que sus diferencias culturales deriven en veleidades secesionistas favorecidas por la propia organización territorial del Estado. En el mundo, Francia es una respetada potencia de primer orden con asiento propio en los principales foros. Históricamente, en fin, la revolución francesa derribó el antiguo régimen feudal y dio paso al moderno Estado de derecho laico, social y democrático. De aquel período convulso que cambiaría el mundo los franceses conservan un espíritu combativo que sacan a la calle cuando consideran amenazadas sus libertades. La última protesta popular, una oleada de huelgas generales de verdad – no de pega, como las de aquí-, se opone a una reforma de las pensiones consistente en retrasar la edad mínima de jubilación de los 60 a los 62 y de los 65 a los 67 para cobrar el 100%. Pero esta vez los franceses tendrán que envainarse los adoquines porque no les queda otra si quieren preservar su sistema de pensiones y porque tienen un presidente cuya firmeza está demostrando que gobierna para las próximas generaciones y no por las próximas elecciones. Respecto a España, en La Rioja sin ir más lejos hemos alcanzado una de las mayores longevidades del mundo: casi 82 años de esperanza de vida media, si bien las riojanas duran 85,6 años frente a los 78,2 de los riojanos (¿Hará algo la nueva ministra de Sanidad, Igualdad y Fugacidad para atajar tan escandalosa discriminación?). Con semejante cantidad de vida (la calidad es otro cantar) parece razonable postergar la edad efectiva de jubilación de los españoles, estimada en 62,5 años de media, pero la oposición española prorrogar su vida laboral es de las más altas de Europa y aquí todos soñamos con jubilarnos, si puede ser a los 55 mejor que a los 60. Mientras la cruda realidad es que, de seguir así, dentro de pocos años habrá más pensionistas, parados y subvencionados cobrando que activos cotizando, y eso no hay no ya sistema de protección social sino país que lo aguante. Así que cuando la jubilación de tu vecino veas retrasar… Aunque lo justo sería empezar retrasándosela sólo a los que ahora se están jubilando antes de los 65, y cuando todos lo hicieran a esta edad ya se vería. Lo mismo con eso bastaba.