El valle atravesado
El desarrollo de un país depende en buena parte de unas comunicaciones condicionadas por la geografía de la superficie terrestre donde asiente. Un territorio rodeado por montañas infranqueables o una tribu incomunicada en el claro de una selva inaccesible viven al margen del progreso, aunque también a salvo del progreso, de lo que pueden depender su seguridad, su armonía e incluso su felicidad, dado que las sociedades más avanzadas son las que más desdichadas y enfermas se sienten. Y no hace falta irse al Tibet o la Amazonia para buscar ejemplos de pueblos aislados por las dificultades impuestas por la geografía al establecimiento de comunicaciones. Las Hurdes o el valle de Arán son ejemplos nacionales de comarcas atrasadas o diferenciadas de las vecinas por su secular impenetrabilidad. Luego hay otras regiones cuyas dificultades comunicatorias se deben a una peculiaridad geográfica harto desventajosa en un país tan centrífugamente radial como España: la transversalidad. Del corazón de la villa y corte parten seis vías de comunicación terrestre (por carretera y ferrocarril) en dirección a los puntos cardinales peninsulares: Norte, Noreste, Este, Sur, Oeste y Noroeste. Y como tu terruño no esté atravesado por uno de estos seis radios de la rueda nacional, date por mal comunicado: ni autovía, ni AVE, ni ná. La Rioja, verbigracia, tiene la mala suerte de ocupar la cabecera de un valle que cruza oblicuamente de Norte a Este, encajonada entre dos cadenas montañosas que dificultan la conexión terrestre con el ombligo peninsular. A caballo entre las Vías Radiales I y II, tendida entre dos nudos ferroviarios (Miranda de Ebro y Castejón de Navarra), y con bastante menos población que Zaragoza o Bilbao, La Rioja es una pequeña Comunidad Autónoma trazada al bies de las grandes vías de comunicación pasadas y futuras, o sea a la contra de los ejes del progreso. Así que la decisión de Fomento en Gasolineras de Contratas de privar de AVE a nuestra región no me sorprende, por coherente con nuestra fatal oblicuidad geográfica. Lo que no entiendo es que ante esta realidad histórica se construya una fastuosa estación que ni la de Frankfurt para dar el mismo servicio que el apeadero de San Asensio. Porque por éste, como por Haro, Calahorra o el mismo Logroño, seguirán pasando sólo trenes de segunda para enlazar a distancia con los buenos. Algo hemos progresado: la vieja disyuntiva de viajar por carretera a Madrid por Burgos o por Soria se actualiza con la duda de hacerlo en alta velocidad por Miranda o Zaragoza. Pero tampoco nos quejemos demasiado porque, reconozcámoslo, somos cuacho gatos viviendo en un valle torcido en dirección equivocada. Y qué queremos.