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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Un mal síntoma

Sólo me viene al teclado una palabra para calificar el cese intempestivo de la asistencia sanitaria riojana a los hermanos separados, y no precisamente por el padre Ebro: lamentable. Todo en este asunto resulta descorazonador. Estomagante. Desvertebrador. Inflamatorio. Neurálgico. Pruriginoso. Deprimente. Y elevador de la tensión.
Ya era históricamente lamentable que una comarca tan natural como la Rioja fuera absurdamente repartida en 1833 en tres provincias que, a pesar de las desventajas para la de Logroño por los fueros de las otras, utilizaban unos servicios básicos gestionados por la misma Administración central. Pero, con ese nefasto título VIII que nadie se atreve a denunciar, las tres provincias luego arrejuntadas por la D.O.C. Rioja llegarían a convertirse en sendas comunidades autónomas, o sea, en estaditos con sus ministeritos de Sanidad incluidos y por tanto con capacidad para endeudarse hasta las cejas. Y el desmembramiento del INSALUD en diecisiete servicios regionales de salud ha originado algo tan lamentable como el levantamiento de fronteras sanitarias entre las comunidades autónomas españolas que, curiosamente, no existen entre ellas y el resto del mundo. Es decir, que en los hospitales de Logroño y Calahorra se pueden operar sin problemas pacientes de Suramérica, África o Eurasia aunque no hayan aportado un céntimo al Estado pero no, se conoce, habitantes de Oyón o San Adrián que trabajan, cotizan o simplemente compran en La Rioja y que para la cosa vinatera sí son tan riojanos como los demás. Peculiaridades geodemográficas como las de la Rioja Alavesa ponen de manifiesto la discrepancia entre la realidad social y una organización política frecuentemente irracional (los de Ábalos a Logroño pero los de Samaniego a Vitoria), por un lado, y las miserias de un sistema autonómico que, sarcásticamente en este caso, pretendía descentralizar servicios para acercarlos al ciudadano.
La comprensible psicosis de ahorro que afecta a nuestros gestores públicos no justifica decisiones tan drásticas como suspender áspera y unilateralmente una atención prestada desde siempre y sin queja por una provincia que sabe lo que es depender de servicios sanitarios externos (Zaragoza o Santander, por ejemplos) sin compensaciones. Aunque dentro de unos días se alcance el deseable acuerdo que permita a los moradores de la Rioja Ulterior continuar recibiendo atención médica especializada en la metrópoli, lo sucedido es un signo preocupante de la desunión, el enfrentamiento y la desintegración que el Estado de las Autonomías está provocando en una sociedad cuyo país pretende fundirse en una Europa sin fronteras. Y un síntoma de que, a pesar de lo sucedido el domingo, España va mal no sólo por la maldita prima de riesgo.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.


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